LIBRE EXPRESIÓN

Carta feminista a Rafael Correa, Presidente del Ecuador

Por: María Isabel Altamirano Solarte, Margarita Aguinaga Barragán, Judith Flores Chamba, Tanya de la Torre, Enith Flores Chamba (vía Línea de fuego)

Sabe Sr. Rafael Correa, que esa frase “Hasta la victoria Siempre!” que usted la dice al final de sus discursos políticos, fue dicha por un subversivo, un guerrillero? Alguien que fue asesinado por pensar diferente, alguien a los que usted ahora llamaría “terroristas”, a los que usted criminaliza por pensar distinto, por ejemplo los jóvenes estudiantes de colegios fiscales acusados y en proceso de judicialización bajo el delito de causar daño a la propiedad ajena.

Cómo dicen: todo depende del cristal con que se mire. Ciertamente aquí en el Ecuador hay una correlación de fuerzas que favorece a lo que usted y sus seguidores llaman “revolución ciudadana”. Pero una revolución popular tiene como objetivo, entre otras cosas, deconstruir las fuerzas represivas que sostiene el Estado, y construir el autogobierno desde la sociedad y tomando en cuenta las diferentes voces que la componen.

Una revolución popular no priva de libertad a quienes piensan distinto. Una revolución no es sinónimo de pensar todos igual, y que un líder piense que tiene la verdad absoluta. Nos preguntamos: Por qué usted tiene tanto miedo a que discrepen con sus ideas, a que la gente tenga autonomía para actuar?
No olvidemos que los estudiantes se manifestaron por una razón, no están de acuerdo que suban los pasajes del transporte público. En Democracia el Estado debe velar por los intereses de la mayoría, y debe garantizar derechos universales como salud, educación, entre otros. Pues en este punto los estudiantes y todas aquellas personas que salimos a manifestar el 18 de septiembre, estamos defendiendo que se cumplan estos derechos, y otros como el derecho a la organización, el derecho a seguir estudiando, derecho a la libre expresión, derecho a disentir, derecho a la participación en la toma de decisiones sobre políticas y leyes nacionales.

Todos sabemos que si suben los pasajes sube el precio de los productos de primera necesidad y eso lo saben los jóvenes de sectores populares que son sensibles a la situación familiar. Al final de cuentas, lo que tenemos es un conflicto de intereses, por un lado su Gobierno y socialcristianos en la disputa de competencias, que en el fondo es una disputa por el control de Guayaquil., por otro lado las compañías de transportes que buscan mantener sus ganancias intactas. Y por otro lado están los intereses de las familias ecuatorianas que tendremos que pagar lo que el Estado central o seccional deje de subsidiar por falta de presupuesto, y principalmente las mujeres que duplicamos la jornada de trabajo (con el trabajo remunerado y trabajo no remunerado en el hogar).

Usted dice que necesita recursos para hacer más hospitales, más escuelas del milenio, y para ello eliminará el subsidio al transporte. Le convidamos a que reflexione si vale más una escuela del Milenio a la cual acceden un porcentaje mínimo de estudiantes, o es mejor que universalice la calidad de la educación y piense en las escuelas rurales que usted ahora las llama “escuelas de la pobreza” pero que han sido cerradas por falta de condiciones, por bajos presupuestos estatales, o escuelas rurales donde los niños y niñas deben estudiar en condiciones de pobreza, sin agua, sin luz eléctrica. Por qué mejor no invierte en estas escuelas rurales?
Por otra parte tal vez usted no sepa que para atenderse en el seguro social o en algún hospital público debemos esperar un turno para después de MESES, lo mismo si se necesita de alguna hospitalización, y no se hable sobre la falta de medicinas, que la mayoría de pacientes les toca comprar de forma particular. La universalidad de la salud no es verdad sino logra ser activada en todos sus circuitos de atención. No es necesario ser expertas en administración pública para darnos cuenta la situación que vivimos quienes tenemos que acudir a estos servicios por no contar con recursos económicos para pagar seguros privados o médicos particulares.

Creemos que muchos funcionarios públicos tienen buena voluntad como la Ministra de Salud, pero no es suficiente, sino hay voluntad política para dejar que las críticas y los desacuerdos del pueblo le lleguen. Parece que la “revolución ciudadana” es más marketing, y usted Sr. Correa quiere que nos contentemos con una escuela del Milenio, unas amplias carreteras, o porque publicita que la salud y la educación ya es de todos, cuando esto no es un favor sino un derecho que nos corresponde. Pero en la práctica esto no es cierto si un enfermo no tiene medicinas con las que curarse, si un/a niño/a no va a la escuela, si un/a joven no puede terminar el colegio porque tiene que ir a trabajar, si suben los pasajes a costa del bolsillo de las familias, si las mujeres seguimos en trabajos flexibilizados para sostener las tareas de la casa, si continúa la feminización de la pobreza y la división sexual del trabajo. No es revolución que jóvenes vayan a la cárcel por pensar diferente y las madres sufran otra agonía más, y peor aún que tengan que ponerse de rodillas y humillarse pidiendo disculpas públicas para que sus hijos sean absueltos, o que usted Sr. Correa con actitud arrogante crea que eso sirve para que los jóvenes escarmienten y pida a los padres y madres que no secunden a sus hijos. Usted no tiene la verdad absoluta.

El bien vivir tiene que ver con el bien-estar, que todas las personas tengamos una vida que merezca ser vivida, una vida que además sostenemos las mujeres desde el trabajo asalariado y principalmente con el trabajo de cuidado todos los días, desde el autocuidado y desde el cuidado que damos a las otras personas. Y que nos da toda la capacidad para incidir en que tipo de sociedad queremos vivir, y debatir sobre la libertad, el alza de pasajes, el código laboral, el seguro social universal que prometió y no cumplió, el código penal, las decisiones sobre nuestro cuerpo.

Sr. Correa su revolución ciudadana es una farsa de revolución. Pero en este país hay gente como los estudiantes, jóvenes, mujeres, trabajadores y trabajadoras, indígenas, campesinos/as que seguimos apostando por una revolución de verdad, incluyente, diversa, descolonizadora, popular, despatriarcalizada, alegre, sin represión ni intimidación, y principalmente centrada en la vida, la vida humana y la vida no humana, la vida que elijamos libremente vivir.

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