Ecos del Primero de Mayo
¡Nadie nos va a quitar el 1ero de Mayo! fueron las palabras con las cuales Rafael Correa justificó la manifestación organizada por el gobierno para tratar de opacar la marcha de los trabajadores y grupos sociales opositores. En este desafío inventado por él mismo, el Presidente -como si se tratar de un partido de fútbol-aseguró “les dimos 8 a 1”, con el ánimo de reafirmar su trillada aseveración “nosotros somos más, muchos más”.
La marcha de los opositores partió a las 9:30 y a las 13:30 todavía había gente que seguía llegando a la Plaza De San Francisco. La marcha de los correistas salió de la calle Rodrigo de Chávez hacia la plaza -más pequeña- de Santo Domingo.
Más allá de cuántos fueron a la una o a la otra manifestación, lo importante es saber porqué fueron. A la marcha del gobierno asistieron grupos sociales incluidos en la esfera del clientelismo gubernamental, muchos empleados públicos obligados e impulsados por el miedo a ser sancionados o despedidos de sus puestos de trabajo, así como miles de personas traídas desde provincias en buses, con la promesa del sánduche y la cola (o el chaulafán y jugo). Pasear por la capital y disfrutar de los grupos musicales que amenizaban desde 3 tarimas a lo largo del recorrido, estaría también entre las motivaciones de algunos paisanos.Diez pantallas gigantes fueron instaladas entre La Recoleta y Santo Domingo para reproducir los discursos de Correa y otros funcionarios del gobierno,así como la música preparada para tan solemne ocasión y reproducida a través de una magnífica amplificación.
La marcha organizadas por organizaciones autónomas de trabajadores, el FUT y la CEDOCUT, y sectores sociales como la CONAIE y la UNE fue multitudinaria. A ella se sumaron jubilados, grupos feministas, jóvenes, médicos, ecologistas e incluso colectivos a los que el gobierno incumplió sus promesas particulares, como los héroes del CENEPA. Estaban también las y los migrantes retornados y abandonados, así como los familiares de desaparecidos. La marcha fue todavía más variopinta, ya que se observó la presencia de ciudadanos de clase media y clase media-alta, que generalmente no participan en manifestaciones. Todos tenían en común el rechazo a las medidas del gobierno, como la eliminación del aporte estatal del 40% a las pensiones del IESS y la imposición de las salvaguardias, pero también a un mandatario con actitudes prepotentes, autoritarias y cínicas,y a un bloque de asambleístas de Alianza País sumamente serviles con Correa. Es así que muchos manifestantes llevaban carteles que decían “yo soy el pelagato No…” Bajo una modesta carpa y una tarima demasiado baja, algunos dirigentes sindicales y sociales dieron sus discursos con una limitada amplificación que no permitía escuchar a más de 40 metros y que, por otra parte, no despertaron el interés de la mayoría de los asistentes, que se quedaban un tiempo en la plaza y luego salían de ella. Pero los manifestantes siguieron llegando durante cerca de cuatro horas.
El 1ero de Mayo no pertenece a ningún gobierno sino a los trabajadores por derecho, justicia y por la historia. Por lo tanto, si alguien pretendió “robar” el 1ero de Mayo fue el gobierno con su contramanifestación, minimizando la magnitud de marcha de los trabajadores, grupos sociales y ciudadanos no alineados con el gobierno y menospreciando a sus participantes