EDITORIAL

¿Fan o primer mandatario?

Como era de esperarse en la difícil situación política en el país, con movilizaciones de rechazo a nivel nacional, el gobierno hizo todo lo que pudo para sacar el mayor provecho de la visita del Papa. El gobierno debía recibir al Papa como al jefe de Estado que es, y la iglesia católica hacerse cargo de todos los aspectos relativos a la visita pastoral, objetivo fundamental de su visita.

Sin embargo, el Papa fue poco menos que secuestrado por el gobierno. Desde el arribo del sumo pontífice, Rafael Correa trató de robarse el showy su protagonismo fue absolutamente excesivo, empezando por el discurso de llegada. Para esta ocasión, había sido acordado con el Vaticano discursos de 5 minutos. Francisco cumplió con lo acordado pero Correa se extendió durante 13 minutos, en un discurso sobre el cual el Papa le dijo que lo había citado en exceso. Incluso los canales gubernamentales enfocaban durante más tiempo al Presidente que a Jorge Bergoglio, por lo que más parecía que Correa fuera el visitante.

En el palacio de gobierno espetamos actitudes desubicadas con el rol que desempeña un primer mandatario, como cuando un grupo de religiosas y religiosos saludara al líder católico y a reglón seguido recibían el abrazo y beso de Rafael. Vimos por las pantallas a un Correa que eufórico alzaba el puño, cantaba y brincaba en actitudes dignas de un fan recibiendo a su estrella favorita, y no de un jefe de Estado recibiendo una visita protocolaria. Tremendo ridículo.

El vano despliegue gubernamental de pompa y boato durante la visita del Papa contrastaron notablemente con el mensaje de reflexión, humildad, solidaridad y no exclusión que el Papa envió a los ecuatorianos. Las enormes vallas blancas con la imagen del pontífice con un halo de “Ecuador ama la vida”, el símbolo publicitario del gobierno, y mensajes papales “similares” a los que usa el presidente en sus discursos fueron una utilización descarada del gobierno de la imagen de Francisco.

Entre los discursos del Papa se destacó la frase: “Señor Presidente: podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la iglesia católica para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”. Francisco la dijo muy lentamente y volteándose hacia Correa. Esta frase, que no puede ser interpretadafuera del contexto actual del país, puede ser vista como una oferta de mediación, pero la última parte parece ser un llamado de atención, un jalón de orejas.

Otra frase con “dedicatoria” fue: “El diálogo es necesario, es fundamental para llegar a la verdad, que no puede ser impuesta, sino buscada con sinceridad y espíritu crítico. En una democracia participativa, cada una de las fuerzas sociales, los grupos sociales, los grupos indígenas, los afroecuatorianos, las mujeres, las agrupaciones ciudadanas y quienes trabajan en los servicios públicos son protagonistas imprescindibles en este diálogo, no son espectadores”.
Sin embargo, en la sabatina siguiente a la visita papal, Correa indicó que “El Papa admira el proceso que está viviendo desde hace 8 años Ecuador. Admira lo que estamos construyendo juntos.” ¿Por qué sigue busca desesperadamente el aval del Papa? ¿Será porque ha perdido el respaldo popular?

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