OPINIÓN

Memoria Indeleble

Por: Santiago Argüello Mejía

Nos duele su voz pausada. Nos duelen sus explicaciones en que los hechos se van montando unos a otros con la carga de ausencia que los torbellinos de su vida le han dejado. Es posiblemente la voz más triste para quienes le hemos acompañado en el dolor de ver desaparecer a sus críos en manos de la policía ecuatoriana. Hemos aprendido a quererle y a respetarle como porta estandarte de los derechos humanos a nuestro Pedro Restrepo.

Ayer estuvo nuevamente junto a Estela Carlotto. Otro nombre que se nos ha metido en las entrañas. Alguien con quien aprendimos de las Madres y las Abuelas de Mayo. Esas viejas locas de las que habló alguna vez Galeano y que nos avergüenzan con su fuerza conmovedora y movilizadora. Cuando recién conocí a Estela me acordé del cerbatanero al que le dolía el brazo que le faltaba en un maravilloso cuento mágico de Asturias. No se me ocurría tratarla de otra manera que “Madre”, porque en el reflejo de sus ojos están todas las madres de este mundo… la mía misma que resucita todos los días para regalarme el brillo de sus ojos.

Le confesé que había llorado con ella el día que se supo del maravilloso hallazgo de su nieto. Tanta paciencia había dato frutos, más de 35 años después. Sensible de naturaleza, más bien débil, me doblo ante estos acontecimientos. Uno que le precedió fue del único viejo varón entre las Madres y Abuelas de Mayo; era la noticia del día alguna vez que estuve en Buenos Aires. La emoción del reencuentro con su nieto perdido, igual que tantos y tantas, era demasiada explosión para que no aprovechara la discreción de ese cuarto de hotel.

El Fiscal Galo Chiriboga en este encuentro por “la memoria, la verdad y la justicia” se esmeró para demostrar que la política de amnesia que habíamos vivido en el país había empezado a revertirse y que no descansaríamos hasta encontrar a los niños Restrepo y que por disposición de la Ley ya no es posible cerrar uno de estos casos sin que se sepa lo que ocurrió exactamente. Ya hemos obtenido pequeños triunfos dijo Chiriboga en casos como el de Las Dolores, caso Fybeca hoy convertido en “Gonzáles y otros”, o el de una madre acribillada sin razón en el caso Hermosa, casos que se reabren bajo la hipótesis cierta de “cosa juzgada fraudulenta”.

Mucho nos queda por hacer pero da la impresión de que estamos recobrando la cordura para establecer la verdad y para que nuestra memoria nos sirva para no repetir la historia. Estela nos habla de persistir porque a fuerza de esperar y luchar obtendremos finalmente la victoria. Pedro, mi hermano Pedro dice lo propio sin disimular los años que han pasado en esta lucha. El telón se cierra no así el desafío que permanece intacto.

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