OPINIÓN

Revolución fallida

Por: Diego Oña, PRODH

Se acabó el modelo económico basado en el elevado gasto estatal que durante ocho años creó en muchos ecuatorianos, la ilusión de un verdadero despegue económico y una transformación profunda del país, ilusión alimentada por una agobiante y onerosa propaganda gubernamental. El gobierno de Correa llamó revolución ciudadana a este proceso y dijo que mejoraría las condiciones de vida de las mayorías de los ecuatorianos mediante un muy grande gasto social, como nunca antes se lo había hecho y que los gobiernos anteriores, los de la larga noche neoliberal habían descuidado tanto.

La ilusión duró lo que duraron los altos precios del petróleo. En ocho años, el Ecuador tuvo ingresos equivalentes a los 30 años anteriores, algo como 230 mil millones de dólares que fueron derrochados a mano llenas. Cierto que se realizó una gran inversión en carreteras, colegios y hospitales. Pero no siempre con buen criterio, a menudo con sobreprecios, priorizando la infraestructura, la obra física, sobre la calidad de la salud y de la educación. El gobierno está construyendo ocho hidroeléctricas cuando no se necesitan más que cinco, gastó 1200 millones solamente en movimientos de tierra de una refinería inexistente, compró no uno sino dos aviones presidenciales que costaron algo como 90 millones de dólares, entre otros grandes gastos. La completa imprevisión se evidenció en no haber ahorrado durante los ocho años de bonanza, recursos que habrían permitido capear el temporal ahora que llegó el tiempo de vacas flacas.

Antes de la crisis económica, Rafael Correa y su gobierno culpaban a los gobiernos de la larga noche neoliberal, al mercado y a los organismos financieros internacionales (FMI y BM) de todos los males del país y fue el discurso dominante para apoyar a su política económica y social de gasto e inversión pública como pilares de una sociedad justa. Pero el flujo de petrodólares cayó drásticamente y el gobierno entró en desesperación por no saber cómo financiar sus obligaciones y el déficit presupuestario, entonces creó más impuestos, las salvaguardias, se apropió de recursos privados como los fondos de ahorros del magisterio, dejó de pagar aporte estatal del 40% para las jubilaciones del IESS y buscó más créditos con China hasta llegar a los 30 mil millones de dólares de deuda. No fue suficiente.

Y entonces, volvió a lo impensable: Hace un año el gobierno solicitó y obtuvo un crédito nada menos que al Banco Mundial y ahora busca el auxilio del hasta hace poco tan “odiado” Fondo Monetario Internacional para obtener al menos unos 2500 millones de dólares que cubran en parte el déficit y que la caída de la economía no sea tan aparatosa como para poner en riesgo una probable reelección de Correa en el 2017. Además, ahora decide realizar todo tipo de concesiones y alabanzas al sector privado, lo que no hizo durante casi nueve años, como reducir la jubilación patronal a un salario mínimo, vender las gasolineras de Petroecuador y eliminar varios impuestos que pagaban las empresas privadas. Nada más ni nada menos que el regreso al neoliberalismo. Cruel ironía de la historia y triste fin de la llamada revolución ciudadana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *