Maternidad Forzada
Editorial
“Vivir una maternidad forzada, equivale a robar lo más preciado que tenemos los seres humanos, es robar el tiempo para soñar, desear, decidir y vivir la vida como yo quiera”. Así inicia el estudio Vidas Robadas, presentado en días pasado por la Fundación Desafío, y que se relaciona con la situación de la maternidad forzada en niñas del Ecuador.
No dejan de punzar las cifras que revelan que Ecuador ocupa el segundo lugar en la región donde la tasa de fecundidad adolescente no ha disminuido en los últimos años. Todo embarazo en una niña es producto de violencia sexual, aun cuando sínicamente se argumente que “fue con su consentimiento”, este acto está penado por la ley.
En el país 6 de cada 10 violaciones son de niñas, a quienes se les obliga asumir forzadamente el rol materno, interrumpiendo así sus sueños, sus planes, sus ilusiones y, como si fuera poco, poniendo en grave riesgo su salud y su vida.
Una enfermera de un hospital público grafica el drama de la maternidad adolescente al señalar que “es conmovedor y trágico ver como sufren y chillan con los dolores de parto, estas niñas tienen el umbral del dolor infinitamente menor que el de una mujer adulta y sufren muchísimo. Generalmente las adolescentes sufren más, y es peor cuando su embarazo es no deseado producto de violación, gritan mucho y algunas piden que les saquen “eso” o les operen, a veces cuando vemos que les duele mucho les ofrecemos poner anestesia peridural”.
La Organización Mundial de la Salud señala que las adolescentes menores de 16 años corren un riesgo de muerte materna cuatro veces más alto que las mujeres de 20 a 30 años, y la tasa de mortalidad de sus neonatos es aproximadamente un 50% superior.
Más allá de estas escalofriantes cifras está también el cuestionamiento sobre el instinto materno que se espera desarrollen estas niñas- madres. Vidas Robadas señala que en el contexto de violencia en el cual viven y fueron embarazadas, estas niñas son acusadas de negligentes cuando no responden al cuidado de su hijo de la manera como la sociedad espera que lo hagan. ¿Hasta qué punto puede ser negligente en el manejo de su hijo o hija una niña menor de 14 años que ha parido de un violador?
El Estado y la sociedad tienen la responsabilidad de proponer soluciones acordes a este problema y dejar de maternizar a estas niñas. No es justo desde ningún punto de vista que las víctimas paguen con su energía vital y su tiempo, la vulneración de sus derechos.