Tras cuernos palos: terremoto en Ecuador
Todos quisiéramos que fuese un mal sueño, quisiéramos despertar y encontrarnos con que el nudo que nos aprieta la garganta es solo parte de la pesadilla. Pero no, el sábado 16 de abril se sacudió la tierra y nos cambió la vida a las ecuatorianas y ecuatorianos.
Las poblaciones costaneras, en otras horas llenas de la alegría propia de quien respira la brisa marina, se han llenado de destrucción, muerte, dolor, impotencia e indefensión. Los muertos ya son más de 400 y los heridos se cuentan por miles, muchos de ellos en estado crítico, mutilados o lesionados. Los corazones parece que van a estallar de contento cada vez que los rescatistas sacan vida de los escombros, pero todavía quedan seres humanos bajo las vigas, palos y hierros ¿lograrán sobrevivir? Cada quien, desde su propia espiritualidad, hace fuerza porque así sea.
Quienes hemos tenido el privilegio de compartir sueños y alegrías con las mujeres costeñas, con sus jóvenes “pura vida”, con sus sabios ancianos y ancianas, no nos convencemos al mirar a través de los distintos canales que la tecnología nos permite, el panorama desolador en el que se han convertido las provincias de Manabí, Esmeraldas y Los Ríos, provincias que ya sufrían los azotes del fenómeno de El Niño. Cientos de personas han sido reportadas como desaparecidas, llenando de incertidumbre y angustia a sus familiares y amigos. Los sobrevivientes, familias completas o que perdieron a sus seres queridos, duermen y deambulan en las calles, en los parques, en toldos, en carpas y en los albergues -muchos improvisados- la situación general es muy precaria, no hay suficiente agua ni alimentos, falta atención médica.
Un desastre natural es siempre una catástrofe humana y material, pero la grave crisis económica del país empeora notablemente la situación. El terremoto ocurrió en el peor momento, las ironías del destino y los errores humanos nos agarran desprevenidos. El terremoto que nos cayó de sorpresa nos encuentra con las arcas vacías, se evidencian limitaciones en cuanto a la efectividad de planes de contingencia, que seguramente llevaron mucha quemadura de pestañas a sus mentores. La capacidad de brindar respuestas con la inmediatez que la situación amerita se ha visto cuestionada, en las primeras 24 horas, fundamentales para lograr salvar la mayor cantidad de vidas, la respuesta oficial fue lenta y limitada.
Ante este panorama, el ministro de finanzas indicó que se han transferido algo más de 40 millones de dólares para la emergencia, pero al no haber más fondos de contingencia, el gobierno deberá esperar durante varios días por la llegada créditos de emergencia de organismos multilaterales. Mientras tanto no hay dinero para necesidades urgentes como plantas portátiles potabilizadoras de agua, ya que muchas poblaciones se quedaron sin el fluido vital. El envío generoso de la sociedad civil de grandes cantidades de agua embotellada solo cubre una fracción de las necesidades.
Las miles de manos solidarias de la ciudadanía y de los países amigos quieren brindar consuelo y devolver la esperanza a quienes todo lo perdieron. Que la pesadilla que hoy vivimos no borre nuestra capacidad de amar y de construir un nuevo despertar.