EDITORIAL

Sin espacio para la memoria

Por:Danilo Caicedo

La desaparición de la obra “Monumento a los desaparecidos” de la artista Dolores Andrade puede parecer una tontería sin trascendencia, en comparación con los demás problemas del día a día, pero este hecho envía sin palabras, fuertes mensajes a la sociedad quiteña y en general a todo el Ecuador: “Las ciudades son para unos pocos” y “Existen cosas de las que es mejor no hablar”.

El monumento fue inaugurado en julio de 1997 en el Parque El Arbolito de la ciudad de Quito como un homenaje a las víctimas de delitos de lesa humanidad en el Ecuador. En específico por casos como los de Santiago y Andrés Restrepo Arizmendi, Gustavo Garzón, Consuelo Benavides, Jaime Otavalo, entre muchos otros, y según relata su autora, fue construido con la colaboración y donación de muchas personas.

Con esta demolición arbitraria nos arrebataron la memoria. Nos quitaron la posibilidad de pasear por el parque y contarle a nuestros niños y niñas el porqué esa obra de arte estaba allí y porque no está bien lo que pasó; es más, aunque no supiéramos muy bien porque estaba puesto allí ese trozo de concreto y metal, debemos recordar que era nuestro porque hacía parte de la memoria colectiva, era parte del hábitat urbano de todos y todas y que representaba el dolor de una época, que jamás se debe repetir.

En palabras de Dolores Andrade: “Con sorpresa y dolor asistimos periódicamente los quiteños a la desaparición de casas, plazas, barrios enteros, a favor de una ‘modernidad’ buscada sin claridad conceptual por parte de los políticos de turno, que no aciertan a distinguir entre el significado del ‘buen vivir’ y el vivir bien, con dignidad y sabiduría.”

Para finalizar hay que resaltar la ironía de la situación. La obra de arte fue retirada para ubicar y acondicionar los pabellones en los que se llevará a cabo parte de la reunión de Naciones Unidas Hábitat III que ocurre cada 20 años, allí se debatirá sobre los temas de preocupación de los asentamientos humanos del mundo y los compromisos que los gobiernos deben asumir para lograr una mejor calidad de vida de las personas que vivimos en las ciudades.

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