EDITORIAL

¿Manos limpias y corazones ardientes?

La orden de prisión contra Fernando Villavicencio y Kléver Jiménez, segunda a la que son sometidos, supuestamente por haber hackeado información reservada del gobierno, huele muy fuerte a represalia por las denuncias realizadas respecto a una serie de actos de corrupción en contratos, principalmente con el sector petrolero pero también con lo relacionado a la fibra óptica y telecomunicaciones.

Desde hace varios años Villavicencio ha realizado denuncias sobre varios contratos del Estado en el sector petrolero, y ha ofrecido la información al gobierno. Su respuesta, irónicamente ha sido desmentir las denuncias y perseguirlos para apresarlos, por lo cual estuvieron en la clandestinidad por un buen tiempo hasta que la primera sentencia expirara.

Sin embargo, esta situación toma un nuevo rumbo con la aparición a nivel internacional de los “papeles de Panamá”. En este bullido caso aparecen involucrados varios funcionarios anteriores y actuales del gobierno ecuatoriano, entre los cuales están Carlos Pareja Yanuzelli, Alex Bravo, Pedro Merizalde, Calvopiña y el propio fiscal Galo Chiriboga.

Dada la gran bonanza petrolera, el gobierno realizó inversiones en infraestructura vial, hidroeléctricas, refinerías, y otras. La declaratoria de emergencia permitió la adjudicación de contratos y nombramiento de empresas fiscalizadoras a dedo, la formación en tiempo record (10 a 15 días) de empresas contratistas de parientes, amigos y socios de los funcionarios públicos. Esto permitió que los presupuestos se inflaran colosalmente, como el caso de la repotenciación de la refinería de Esmeraldas que pasó de 180 a 1500 millones de dólares, o la ruta a Collas que salió constando 4 veces más de los presupuestado al inicio.

Paralelamente al crecimiento de la inversión pública se constata que gran cantidad de ese dinero ha sido enviado a empresas offshore en paraísos fiscales, como Panamá. Resulta muy dudoso y cuestionable el que funcionarios públicos mantengan empresa en paraísos fiscales, amparados en el velo de secretismo que probablemente nunca se hubiera destapado si no aparecían los Panamápapers. Estos documentos confirman las denuncias ya realizadas, y gracias a ellos se conocen más ampliamente las redes de corrupción gubernamental en el Ecuador.

En este escenario, al gobierno no le ha quedado más remedio que permitir que la justicia opere y que unos cuantos involucrados sean detenidos. A muchos otros se les permitió huir del país a tiempo, como es el caso de Pareja Yanyuzelli, cuya orden prisión fue dictada nada menos que 23 días después de que salió del Ecuador.

En todo caso lo que hasta ahora se conoce, tomando en cuenta el secretismo y la opacidad que mantiene el gobierno en todo aquello que pueda afectar su imagen, parece ser solo una parte de la punta del iceberg. Sería de esperar que el gobierno que venga tome distancia de la actual administración a fin de que finalmente se investiguen en serio todos estos y los muchos otros los actos de corrupción, que aún no se ventilan. Al presidente le preguntamos ¿dónde quedaron las manos limpias y los corazones ardientes, de los que tanto se ha jactado?

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