OPINIÓN

Un abre bocas sobre el amor

Por: Santiago Arguello Mejía

Cuando algo nos interroga, todo nos interroga y más allá de la reivindicación de los derechos de las mujeres y del mea culpa social por las injusticias vividas, hemos de insistir en nuestra responsabilidad de constituirnos en generadores de nuevas generaciones, con otros ojos. El tema reincidente es el amor y su virtualidad creadora, interpretado como la necesidad más fundamental de todo ser humano. ¿Es ésta una pregunta válida para todo ser humano, inclusive para aquellos que dicen gobernarnos?
Haré un mínimo esfuerzo de la mano de Eric Fromm para poner en sus manos los ingredientes inevitables que construyen “el arte de amar”, tomando prestados pocos elementos de su magistral obra:
1) El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos Suena elemental y fácil pero en mi consulta ambulatoria hay material para un diluvio. ¿Cuánto de competencia existe en el mundo de hoy? ¿Son las parejas capaces de desterrar de la vida de amor a la que se han comprometido los visos competitivos que traen de afuera? Y con esta pregunta redondeo el juego, a fin de que se respondan en la intimidad de su alma: ¿en qué medida me realizo yo en el bien de mi pareja? ¿en qué medida le aporto a su propio crecimiento? Esta es una de las razones por las que me he declarado enemigo de la cultura del éxito que está hasta en la sopa. Inclusive en el renacimiento religioso de los últimos tiempos, reconoce Fromm “la creencia en Dios se ha convertido en un recurso psicológico cuya finalidad es hacer al individuo más apto para la pugna competitiva” El evangelio mercantil está de moda: pídale a Dios un auto de paquete porque él es dueño de todo…
2) Revalorizar el amor es saber que es la única respuesta satisfactoria a la existencia humana. Cuando San Pablo en su carta a los Corintios hace alusión a las virtudes del espíritu dice con simplicidad que “permanecen la fe, la esperanza y el amor, pero la mayor de ellas es el amor” En los márgenes de esto tan importante hay un campo agreste en que la mejor de las obras que realizamos de nada nos sirve, si no es por amor.
Por cierto que en tal empresa quedan al margen todas las actitudes narcisistas y vanidosas que nos acompañan con tanta frecuencia. Y, es más, vamos en busca del conocimiento. El amor, afirma con fuerza Fromm, es la única forma de conocimiento que, en el acto de unión, satisface mi búsqueda: me encuentro a mí mismo, me descubro, nos descubro.
3) El amor es un acto de libertad, no una compulsión, no un súbito arranque emocional, una dación íntegra que permanece en el tiempo y no cambia por la reciedumbre de los acontecimientos, que se ratifica de manera constante como contrato a cuyas cláusulas nos adherimos permanentemente con libertad. El amor es un desafío constante; no un lugar de reposo sino un moverse, crecer, trabajar juntos. Solo hay una prueba de su presencia: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas. El extremo de todo esto es la fuente de los mayores dilemas de la pareja: la lucha por la libertad y el poder que buscamos ejercer. El equilibrio desafiante entre libertad y sumisión, en que ningún extremo o desigualdad es codiciable. La inteligencia emocional nos devuelve sobre las virtualidades del amor en términos de responsabilidad, respeto y conocimiento. No debería satisfacernos en tales términos una relación de poder que aniquila a quien amamos hasta convertirla en objeto. Sería justamente la negación del amor y de la libertad.
Los innumerables horizontes que puede pintar nuestra libertad deberían multiplicar nuestras energías para enfrentar los conflictos y los desentendimientos. Mi terapeuta decía pocas cosas pero de una profundidad que me volcaba a la reflexión. Recomendaba siempre “pararse, enraizarse en el presente de manera objetiva y sensible”
Que nadie se equivoque, esta aproximación algo intimista tiene en semilla sus proyecciones más anchas en lo social. ¡Qué sería la existencia humana si solo tuviera la satisfacción individualista! Nos negaríamos a ver más lejos en este camino hacia la luz, en que el portón se agranda por la responsabilidad que nos une de “amor a la humanidad”, de entrega, de dación total e incondicional en que es indispensable entrenarse día tras día. Sed felices hoy y siempre.

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