Por: Sonia Rodriguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil
En Guayaquil y en el país se siguen conociendo casos de violencia sexual. Hoy se denuncian más, lo grave es que la capacidad de respuesta legal, psicológica, médica, educativa y social es insuficiente y que hay muchos casos que no se reconocen como tal.
Un médico reporta que un señor de 36 años se casará con una niña de 12, con la aceptación de las familias y la comunidad. ¿No se dimensiona que es una clara situación de violencia sexual? Hay una marcada diferencia de edad, de tamaño del cuerpo, de experiencia de vida. Es un delito encubierto que marcará la vida de esa niña y de los hijos que nacerán en ese contexto.
Entre adolescentes y jóvenes hay prácticas de violencia sexual a través de las redes sociales, en los teléfonos hay mensajes, fotos, videos grabados en la intimidad o bajo el consumo de alcohol o drogas, para denigrar y chantajear. Grupos que se organizan para violentar sexualmente a niñas, adolescentes, mujeres, a hombres que no se ajustan al rol de hombres rudos.
Es urgente dimensionar que estos hechos son delitos, que deben ser denunciados y sancionados; pero especialmente prevenidos a través de la educación en sexualidad a niños, adolescentes, jóvenes y a la comunidad en general. Esta educación debe realizarse con enfoque de derechos, equidad de género y ética.