Por: Sonia Rodríguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil
Cuando niñas, algunas mujeres sufren violencia sexual, pierden su condición de persona, de mujeres, son objeto de actos perversos de algún o algunos hombres. Ese delito horroroso no puede convertirse en embarazo; porque eso es violentar mucho a más a las niñas, adolescentes, mujeres que lo sufren.
El Estado aun no es capaza de proteger a las mujeres de esos delitos; entonces debe darles la oportunidad de reconstruir su vida, brindándoles atención especializada, médica, psicológica, legal, facilitando sus estudios y oportunidades laborales.
Forzar a las mujeres a unirse al violador para “cubrir el honor de una familia”, dar apellido a un niño es un horror que encubre el delito y deja libre a los violadores para que sigan cometiendo sus fechorías, es entregar a las mujeres a peores actos de violencia y humillación. Un violador no es pareja, ni es padre, es un delincuente.