Nicaragua se encuentra en una profunda crisis humanitaria y la gran mayoría de países del mundo se ha mantenido en silencio incluido el Ecuador, a lo mucho se han emitido comunicados tibios y faltos de firmeza que en la práctica no reconocen la dimensión de lo que ocurre en Nicaragua y que no sirven para tomar acciones concretas.
Todo comenzó un 18 de abril, las protestas inicialmente tenían por objeto demostrar el descontento con un paquete de reformas legislativas a la Seguridad Social, quienes protestaban denunciaban la afectación a sus derechos sociales y el mal manejo de la institución que llevaría a la quiebra a una Seguridad Social que antes gozaba de estabilidad y recursos.
Posteriormente las protestas se han masificado y expresan el descontento generalizado ante la gestión del gobierno del presidente Daniel Ortega, acusando al ejecutivo de dictatorial luego de 11 años de estar en el poder y de encontrase además involucrado en numerosos actos de corrupción. Todo esto sumado a la denuncia de un uso ilegal del poder y de un uso extremo de la fuerza que impide la libertad de expresión, la libertad de prensa y la protesta pacífica. Por su parte Ortega afirma que quienes protestan son un grupo politizado que quiere desestabilizar al Estado, tildándoles de terroristas.
La gravedad de la situación en la que se encuentra Nicaragua puede ser expresada en lo comprobado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos luego de realizar varias visitas a dicho país y emitir un informe preliminar. Desde el 18 de abril hasta el 25 de julio de 2018 han fallecido 295 personas, en un contexto de conflicto sociopolítico en que sociedad civil y Estado se encuentran enfrentados. La Comisión además habla de numerosas y “graves violaciones de los derechos humanos” cometidas bajo “un patrón de uso desproporcionado de la fuerza, ejecuciones extrajudiciales y de detenciones masivas y arbitrarias”.
Otras organizaciones incluso hablan de cifras mucho mayores: La Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos ha comunicado de 448 muertos, 595 desparecidos y 2830 heridos. Por su parte el presidente Ortega admitió ante CNN que desde que comenzó el conflicto han muerto 195 personas, afirmando que las otras cifras que se manejan no responden a la realidad y no se encuentran debidamente depuradas y verificadas.
Lo cierto es que con independencia de si son 200, 300 o 400 las personas fallecidas en las protestas, la Comunidad Internacional incluido el Ecuador no puede y no debe seguir en silencio ante los graves sucesos en Nicaragua. No se trata de estar de parte del gobierno o de la sociedad civil, tampoco se trata de ser de izquierda o de derecha. Se trata de ser “humanos”, de proteger la dignidad y derechos de los hermanos nicaragüenses y de exigir transparencia y responsabilidad ante lo ocurrido y reclamar sobre todo la solución más pronta y pacÍfica ante el conflicto.
Si permanecemos callados, indiferentes e indolentes seremos cómplices.