Minas a cielo abierto…¿Cementerios a cielo abierto?

Los recientes crímenes ambientales ocurridos desde las represas de relaves de las minas Mariana y Brumadinho, en Brasil, así como los tres sismos ocurridos el 22 de febrero pasado en Macas, capital de Morona Santiago, en el Ecuador, nos ponen en alerta máxima para denunciar y evitar que ocurran estos desastres.

Sólo quienes tienen intereses mineros pueden negar que la minería está entre las actividades más peligrosas. Esta actividad combina la degradación ecológica con el despojo de territorios y la vulneración de derechos humanos. Hemos visto en el Ecuador que varios proyectos mineros traen consigo intervención militar y policial, desalojos forzosos, asesinatos no esclarecidos, paramilitarismo, criminalización de la protesta social, deforestación y contaminación, entre otros problemas socioambientales. En particular, la minería a cielo abierto inevitablemente provoca la eliminación de la cubierta vegetal y la remoción de millones de toneladas de tierra; requiere el uso de toneladas de explosivos, así como de sustancias tóxicas para separar el mineral, y millones de metros cúbicos de agua dulce.

Uno de los mayores impactos son los diques de relaves, también llamados relaveras, donde son depositados los desechos de la minería, que resultan tóxicos para los seres humanos y el ambiente. Las relaveras son estructuras que pueden cubrir muchas hectáreas y quedan en los sitios a perpetuidad.

Hace apenas un mes, vimos con horror los impactos de la rotura del dique de colas de la mina operada por la brasilera Vale en el municipio de Brumadinho. Se calculan más de 100 muertos y 200 desaparecidos y cientos de kilómetros aguas abajo afectados por lodos tóxicos. Este crimen ocurrió tres años después de la rotura de otra presa de relaves de la mina Samarco, en el municipio de Mariana, operada también por la Vale y su socia angloaustraliana BHP, que dejó un saldo de 19 personas fallecidas y más de un millón de afectadas por la contaminación. El paisaje de Mariana es desolador; la gente sigue demandando justicia ante un cerco de impunidad. Brumadinho, por su parte, lleva un mes de haberse convertido en un enorme cementerio a cielo abierto.

Este tipo de desastres no son los únicos. Un estudio reciente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente -PNUMA- señala que al menos 104 desastres de diques de colas se han producido desde la década de los 90 hasta 2016. El informe contabilizó 289 “fallas” en estas estructuras, de las cuales 43 fueron “muy graves”, con más de 20 muertos y/o derrames de más de un millón de metros cúbicos de tóxicos. En el caso de Brumadinho se derramaron 12,7 millones de metros cúbicos de residuos de lodo y minerales tóxicos.

Las relaveras que almacenan los desechos tóxicos de una mina representan una amenaza constante. En el caso del Proyecto Mirador, ubicado en la Amazonía sur del Ecuador, en un área de alta sismicidad y alta pluviosidad, el diseño original del dique fue catalogado como de “riesgo muy alto” por la misma consultora contratada por la empresa minera. De acuerdo con Steven Emerman, experto hidrólogo, un dique de relaves puede fallar de varias maneras, y en el caso de Mirador, las “alternativas propuestas por la empresa ECSA para almacenar los relaves aumentan significativamente el riesgo de un fallo del dique”, por lo que una rotura de la relavera es prácticamente inevitable, implicando un riesgo extremo para las comunidades cercanas y el medio ambiente de la zona.

El diseño del dique para los relaves de Mirador es técnicamente igual al de la mina MountPolley en British Columbia, en Canadá, que tuvo un catastrófico rompimiento en agosto de 2014, dejando escapar más de 5 millones de metros cúbicos de desechos mineros tóxicos.

El Ecuador es altamente sísmico, y fue precisamente en Morona Santiago, donde se sintió con más fuerza el último sismo, donde se encuentran 3 proyectos estratégicos de megaminería, y muchas otras concesiones mineras. En todo el Ecuador hay gran cantidad de concesiones mineras (cerca del 15% del territorio), y las débiles políticas ambientales permiten la construcción de relaveras que almacenarán millones de metros cúbicos de tóxicos; al mismo tiempo, a lo largo y ancho del país hay fallas geológicas, registro de sismos y fragilidad de tierras propensas a deslaves. Aparentemente, la empresa ECSA no tomó en cuenta el enorme riesgo sísmico del país y los impactos devastadores que podría tener una rotura de la relavera.

También es preocupante que la explotación minera como tal puede ser generadora de temblores y terremotos, junto con las represas de ríos, el fracking y los métodos de extracción de hidrocarburos. Un caso emblemático de esto es una mina de carbón en Australia que en diciembre de 1989 provocó un sismo de 5,6 grados (menor a uno de los ocurridos en Morona Santiago), que causó muertes y cuantiosas pérdidas materiales.

En el Ecuador, la política minera promueve irresponsablemente la construcción de relaveras como la del proyecto Mirador, que voces técnicas la califican como un colapso anunciado. No queremos que los pueblos aledaños a Mirador se conviertan en cementerios a cielo abierto por la negligencia e irresponsabilidad del Estado y las mineras chinas.

ACCIÓN ECOLÓGICA

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