Por ahora la Asamblea Nacional ha cerrado las puertas a permitir el aborto en casos de violación, incesto, estupro o inseminación no consentida. Muchas cosas ocurrieron en la sesión de la Asamblea, por ejemplo, varios legisladores que férreamente se posicionaron a favor del tema, a la final no votaron. El clásico llamado de atención del dueño del partido político surtió efecto, esto pasó con CREO, PSC y otros movimientos. También otros partidos políticos, que se ufanaban de estar cerca del pueblo, de las clases oprimidas y ser sensibles de las reivindicaciones de las mujeres, decidieron votar en contra, este fue el caso de Pachakutik.
Al final se lograron solo 65 votos a favor de dejar de criminalizar a las víctimas de violación que necesitan interrumpir el embarazo, lamentablemente faltaron 5 votos más, así que las mujeres seguirán siendo procesadas y encerradas. Otro dato, quienes votaron en contra o se abstuvieron fueron mayoritariamente hombres, más del 70%. Nuevamente los hombres tomaron las decisiones sobre el cuerpo de las mujeres.
En la votación primaron las creencias religiosas conservadoras, las apreciaciones personales, las opiniones desinformadas, clasistas, machistas y subjetivas. Esto por encima de los datos duros y las crueles estadísticas que revelan una sistemática discriminación y violencia contra las mujeres: cada día 7 niñas de 14 años son madres por abuso sexual, cada día se presentan 11 denuncias por violación, cada 3 días se comete un femicidio. En lo que va del año, según la Fiscalía, se han presentado 31 denuncias por el delito de aborto consentido y en la actualidad 28 mujeres han recibido sentencia condenatoria por ese delito.
La decisión además fue tomada sin un ápice de empatía. Se optó por hacer que una mujer violada, alguien que ya ha tenido suficiente sufrimiento inmerecido, no tenga además otra opción que gestar por nueve meses y dar a luz al producto de esa violación. La Asamblea Nacional negó el derecho a que las mujeres, en especial las niñas y las más pobres, puedan elegir primero sobre su cuerpo y luego sobre todo su proyecto de vida.
No contentos con esa falta de empatía, cuando numerosas mujeres salieron a las calles a reclamar por su vida, su integridad y sus libertades, muchos hombres y también mujeres, les pidieron decoro, corrección y buen gusto para protestar, les pidieron no armar escándalo, no mostrar sus iracundos pechos y, sobre todo, no sentar su descontento en las paredes. Les pidieron que protesten, pero con el manual de Carreño bajo el brazo, preferentemente en silencio o en voz baja y mucho mejor si lo hacían sin descuidar sus labores del hogar.
Sin embargo, los tiempos cambian y más tarde que temprano será ley. Pero mientras tanto, aquella chica de Yaruquí de 16 años que esta semana fue trasladada de emergencia al Hospital de Calderón, al parecer por sufrir un aborto espontáneo, será detenida, investigada y probablemente encarcelada por los agentes de Policía y representantes de la Fiscalía que la custodian fuera de su habitación.
Una realidad que se repite con frecuencia.