Ya han pasado unos cuantos días de las manifestaciones en contra del intento del gobierno de lanzar un paquetazo económico, luego de lo ocurrido quedan claros algunos hechos:
La medida que el gobierno quería tomar para aumentar los ingresos fiscales era la subida de lVA, pero al darse cuenta que no contaría con los votos necesarios en la Asamblea improvisó en poco tiempo un plan “B”: el incremento del precio de los combustibles. Lo que no previó el gobierno fue el enorme descontento social y las consiguientes manifestaciones que provocaría, a causa del inmediato incremento de los precios del transporte y de los productos de primera necesidad que esta medida genera invariablemente. Por algo este subsidio ha sido mantenido durante más de 40 años por gobiernos de distintas tendencias.
La tozudez del gobierno por salirse con la suya e imponer a como dé lugar el decreto 883, incluso por medio de una fuerte represión, ocasionó varios muertos y miles de heridos. Representantes de organismos internacionales (ONU y OEA) van a investigar las numerosas violaciones a los derechos humanos que ocurrieron durante el paro en el país. Si Moreno y su gobierno hubieran estado dispuestos a dialogar antes, el número de víctimas hubiera sido menor, pero debieron pasar 12 días para que el presidente acepte a regañadientes sentarse a una mesa con la dirigencia de la CONAIE.
El movimiento indígena demostró gran capacidad de organización y de movilización, y que sigue siendo el principal actor social en el país, por lo que sus planteamientos deben ser tomados muy en cuenta por el gobierno. En el diálogo con éste, los dirigentes indígenas demostraron claridad en sus planteamientos y le dieron una lección al gobierno sobre posibles soluciones en lo económico y social. Los representantes del gobierno en cambio, demostraron una vez más improvisación, falta de claridad y el gran temor que les infunde el FMI, una vez más el gobierno demuestra su alineación con el neoliberalismo.
Es innegable que las movilizaciones fueron infiltradas por elementos correistas y sus grupos delincuenciales aliados, ejecutores de los peores actos vandálicos como el incendio de la Contraloría y Teleamazonas. Sin embargo, no lograron su cometido de tumbar al gobierno para que la Asamblea llame a elecciones anticipadas, regresar al poder y asegurar la impunidad.
También el movimiento indígena tiene un pendiente: depurarse de ciertos elementos que responden al correísmo.
Durante el paro se pudo apreciar lo mejor y lo peor de la gente de nuestro país: la enorme solidaridad de tantos habitantes de Quito y de otros rincones de la Patria, de personal de salud y de estudiantes que atendieron a los manifestantes. Por otra parte, actitudes odiosas como el racismo y el clasismo exacerbados, no solo de políticos como Jaime Nebot y de varios dirigentes empresariales, periodistas y figuras de la opinión pública, sino también de gente de la clase media y alta que demostró que lamentablemente en algunos sectores la conciencia social ha retrocedido en el país.
Al final de esta jornada, se evidencia que el tejido social en el país está roto. Las contradicciones de clases son más evidentes que nunca y los principales problemas sociales como la pobreza, el desempleo, subempleo y la inequidad se siguen agudizando.