Vivimos tiempos complejos, nadie podría dudarlo. Los efectos de la pandemia han afectado cada aspecto de la vida de los ciudadanos y también ha influido en cada elemento de la gestión del Estado, sobre todo en su manejo de las finanzas públicas y la gestión de sus ingresos y egresos.
Los efectos de la pandemia son evidentes, pero existe un gran pero: NO por ello el gobierno puede tomar cualquier tipo de decisión, sin explicar razones, sin fundamentar sus motivos y sin la participación de la sociedad civil, y mucho menos de aquellos quienes podrían verse afectados en sus derechos por la medida, política o norma gubernamental.
Las reformas legales de rebajas salariales, eliminación de puestos y despidos, recortes en diversas áreas, incluso en educación y salud han sido tomadas de forma unilateral e inconsulta. Más aún, haciendo gala de una completa falta de sentido común al omitir toda explicación, más allá de señalar de forma general los perjudiciales efectos del Covid 19 en las arcas públicas.
¿Dónde quedó esa bella máxima o eslogan de gobierno que decía “nada para ustedes sin ustedes”, que aparentemente lo distanciaba de ese gobierno autoritario con el que lidiamos por diez años? Aquel gobierno en el que la decisión se tomaba desde el supremo, se acataba y jamás se discutía. ¿Volvimos a esos años, pero con un discurso más amable y no tan directo?
La democracia precisamente se mide por la posibilidad de que el pueblo pueda ser partícipe de la toma de decisiones, y sobre todo de la toma de decisiones difíciles. La democracia también se mide por la capacidad del gobierno de plantear alternativas sobre las cuales escoger y decidir. Y también la democracia se mide por la obligación del gobierno de explicar las medidas a sus mandantes y rendir cuentas por sus decisiones.
Sin duda, muchas de las decisiones que han afectado derechos no se habrían tomado con la participación y discusión de otros actores, con el planteamiento de alternativas distintas y otras soluciones desde la visión de otros sectores. Esperemos que el gobierno de Lenín Moreno y sus ministros dejen de gobernar con ese enorme déficit democrático, caso contrario, como suele suceder, el pueblo seguirá encontrando en la protesta social la mejor vía para expresar su inconformidad.