¿Si se terminó el estado de excepción, se terminó la pandemia?

El estado de excepción comenzó en nuestro país el 16 de marzo de 2020, luego de numerosas renovaciones concluyó el pasado 14 de septiembre. Duró un total de seis meses. Ante esto la pregunta es ¿La pandemia terminó? Y la respuesta definitiva es NO.

El estado de excepción es una medida urgente y de carácter temporal ante situaciones que no pueden ser manejadas con los medios regulares; por tanto, los estados de excepción no pueden ser la norma general, ni extenderse en el tiempo de forma indefinida. Históricamente muchos países de Latinoamérica, entre ellos el Ecuador, han sufrido el uso y abuso de esta figura, pues los gobiernos suelen usarlo para reprimir el descontento del pueblo, bajo la apariencia de medida necesaria para restablecer la normalidad.

El estado de excepción cumplió su finalidad en el país para paliar la emergencia del Covid-19, sirvió para obtener recursos, organizar al Estado en la toma de acciones e incluso para establecer ciertas restricciones a la movilidad justificadas en su momento, eso fue positivo sin duda, aun así, muchas veces las medidas tomadas fueron poco efectivas y tardías, la cantidad de enfermos y personas fallecidas lo demuestran.

Pero algo que no se debe desconocer es que el estado de excepción también fue el medio efectivo utilizado por el gobierno para sacar la fuerza pública a las calles, impedir la protesta y para reprimirla ante los numerosos recortes presupuestarios, afectaciones en derechos, actos de corrupción, rebajas salariales y despidos masivos.

La finalización del estado de excepción no puede ni debe significar que el Estado deje de atender la emergencia sanitaria y evada sus obligaciones, pues debe poner personas y recursos para seguir luchando contra la Covid-19. Su razón de ser precisamente es garantizar los derechos de las personas, más aún en situaciones de emergencia.

Luego de seis meses de pandemia, Ecuador debe entrar en una nueva fase de medidas para lidiar con ella y evitar más enfermos y muertos; sorprende por ejemplo que no se hayan preparado y aprobado leyes en este sentido, impresiona también la falta de políticas públicas luego de tener tanto tiempo para preparamos, y extraña la escasa información del gobierno respecto a esta nueva fase que le sigue al estado de excepción.

Hoy el rol tanto del gobierno central como de los seccionales es más importante que nunca. Deberán seguir cumpliendo su rol y estableciendo medidas para garantizar la vida de las personas, pero ya no bajo el paraguas del estado de excepción, sino del de las leyes, el diálogo y el consenso, en lugar de la imposición y la fuerza. Los ciudadanos nos mantendremos expectantes ante esto y salir a protestar a las calles siempre será un camino.

Dicho sea de paso, esta nueva etapa implica también para la sociedad cumplir su rol, entender que la pandemia sigue y que no sabemos cuándo acabará. Bajar la guardia sería el error más grave que podemos cometer.Sigamos lavándonos las manos, usando la mascarilla y respetando el distanciamiento social, no porque nos lo ordenan, sino porque debemos protegernos y proteger a los demás. La clave está en la responsabilidad y la solidaridad, estatal y ciudadana, porque de esta solo salimos juntos.