Faltan pocos días para las elecciones y hay 16 candidatos a la presidencia, muchos más
que en las elecciones anteriores, una cantidad a todas luces excesiva, que es posible
porque en el Ecuador se puede alquilar o pedir prestado el nombre de un partido político
para candidatizarse a la presidencia o a la Asamblea.
Los mal llamados debates han sido decepcionantes porque mayoritariamente los
candidatos no han respondido a preguntas concretas y más bien recitan discursos hechos
que apuntan a sectores determinados (jóvenes, sectores populares, etcétera.) y
aprovechan el espacio para promocionar su candidatura y cosechar votos. Han abundado
las ofertas demagógicas pero la que indudablemente se lleva la palma fue hecha por el
correista Andrés Aráuz: mil dólares a 1 millón de familias en la primera semana de
gobierno para sacar provecho de la situación de desesperación en que se debaten
millones de ecuatorianos por la pobreza y la falta de empleo. En este año de pandemia,
en el Ecuador la pobreza ha aumentado a más del 40% de la población lo que representa
un retroceso de nada menos que 30 años.
Los debates debieron servir para que los candidatos demuestren su capacidad de
formular razonadamente soluciones y planteamientos concretos para resolver los
enormes problemas que aquejan al Ecuador: crisis económica y una deuda externa
gigantesca, corrupción y evasión fiscal, desempleo, inseguridad y delincuencia,
violencia contra la mujer, falta de apoyo a los agricultores y a las micro, pequeñas y
medianas empresas, tasas de interés prohibitivas, déficit de servicios básicos y de
vivienda, el IESS en situación crítica, deficiente sistema de salud como lo confirma la
forma en que se ha enfrentado a la pandemia, 50% de estudiantes sin educación por no
tener acceso a la conectividad, desnutrición infantil , narcotráfico, deforestación, y otros
tantos problemas.
En lugar de ello, se produjo un baratillo de ofertas sin explicar adecuadamente cómo se
financiarían, de donde saldría el dinero que tanta falta le hace a un Estado
sobreendeudado y con la peor crisis en al menos 80 años. Los planteamientos se quedan
en enunciados, y eso cuando se los hace. Algunos lanzan propuestas pero sin indicar las
acciones para llevarlas a cabo. Hay varios candidatos que ni en los “debates” ni en sus
planes de gobierno han mencionado temas tan importantes como la educación o como
impedir la quiebra del IESS.
Es así como muchos electores tendrán que ir a votar sin saber que proponen realmente
los candidatos ni quiénes realmente son y menos aún que sectores e intereses están
detrás de ellos. Una vez más la lotería, el voto emotivo, la intuición, votar por el que
más ofrece aunque se sepa que no va a cumplir. Para la mayoría de electores el voto
razonado no existe y las consecuencias pueden ser muy negativas para el país, eso ya lo
hemos vivido.