Hugo Noboa Cruz, 11 de febrero de 2021
Si alguna duda cabía, hoy está confirmado. Correa, Lasso y Nebot (la santa alianza) responden a un mismo interés, el del capital nacional y transnacional, y el del conservadurismo ideológico. Cada cual tiene su papel y su estilo.
Al correismo, enarbolando la bandera del progresismo conservador, le toca actuar como pandilla disciplinadora del barrio, palo con el que no se somete. Liderar sin la menor vergüenza el trabajo indecente, incluyendo las campañas sucias como la de “el camaleón” y similares, o endilgar a otros las supuestas alianzas con el banquero Lasso, cuando ellos están demostrando que son los aliados perfectos. Le corresponde también enarbolar el discurso populista más procaz, como el de los 1000 dólares; así ganan el voto de grandes masas desinformadas y empobrecidas por los intereses que están por detrás de la misma santa alianza.
El delfín correista de hace cuatro años, Moreno, desempeñó ya su nefasto papel de parapeto, es desechable. Cumplió a carta cabal lo que le mandaron sus patronos Correa, Lasso y Nebot, ha protegido bastante bien la impunidad. Nadie se acordará del señor Moreno (que estará embolsicado unos millones), sino como el oscuro ser de un discurso risible, que fue obligado a presentar la cara para acciones execrables como el retorno del Fondo Monetario Internacional y sus imposiciones genocidas, o demostrar que los gorilas están aquí para reprimir con violencia al pueblo cuando se levante, como sucedió en octubre de 2019 con el trágico saldo de diez hermanos ecuatorianos muertos, hijos de los pobres del campo y la ciudad. Su imagen será la de una ministra de gobierno y un ministro de defensa atacando al pueblo ecuatoriano con sus huestes, y la de un ministro de salud privilegiando la vacuna para su familia pero dejando en desamparo a la población frente a la pandemia.
De mantenerse el fraude, no importa quién gane en segunda vuelta, Lasso o Arauz, el libreto será el mismo, los estilos pueden ser diferentes.
Se asegurarán de mantener las puertas abiertas al FMI y terminaran de negociar y firmar el TLC con USA. Continuarán con negocios deshonestos.
Proseguirán con las privatizaciones de las empresas públicas, incluyendo la infraestructura con sobreprecio construida durante el correismo, que precisamente para eso fue edificada, para entregar al negocio privado. No hay que olvidar lo que señalaba Lenin Moreno en la campaña electoral de Alianza País de 2016 que le llevó a la presidencia: “El Estado ha instalado una infraestructura sobre la cual le corresponde ahora operar al sector privado”1
Frenarán a las “partidarias del sexo frenético”. Hay que tener presentes también las declaraciones de Correa unos días antes de las elecciones del 7 de febrero de 2021 “No es aborto por violación, es aborto por hedonismo. Me quedé en cinta porque me dediqué sin cuidado a una actividad frenética sexual, entonces a los 3 o 4 meses puedo quitarme el hijo”. Con toda seguridad el señor Lasso comparte el mismo discurso.
Ambos son falsos “pro vida”, defienden la vida desde la concepción, pero son parte de la estructura y la política discriminadora que somete a miles de familias pobres al hambre, la desnutrición, la muerte materna y la muerte infantil, la muerte por covid. Y si es necesario, no dudarán en el exterminio de los críticos, de los ecologistas e izquierdistas “infantiles”, de los indígenas y pobladores urbanos y rurales que levantan su voz, de los militares y periodistas dignos que denuncian actos de corrupción. Estos episodios ya los vivimos, en el febrescorderato y en el correato con más intensidad.
El candidato a la vicepresidencia del binomio correista es Carlos Rabascall. Él ya ocupó varias funciones durante los gobiernos de Correa y Moreno, incluyendo la de Director de Desarrollo Institucional de la extinta Secretaría Nacional de Desarrollo Administrativo (SENDA) y miembro del fallido Frente de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción creado a dedo en junio de 2017 entre personas afines al correismo. Fue uno de los periodistas estrella del canal “público” Ecuador TV, que no fue nada público sino un instrumento del correismo.
Pero Rabascall tiene también otros antecedentes, por los cuales lo escogió Rafael Correa como sustituto en su frustrado intento de ser candidato por Twitter. A más de haber sido parte de las juventudes social cristianas, Rabascall formó parte en la Universidad Católica de Guayaquil del grupo de oración conocido como los gustavinos (o grupo de oración “San Pablo”), liderado por Gustavo Noboa Bejarano, en el cual participaban también Correa, Alberto Dahik (asesor económico de Lenin Moreno), los hermanos Patiño, Nathalie Cely y otros personajes, que estuvieron o no en puestos directivos en el correismo, pero que como el caso de Dahik recibieron favores como la amnistía. De allí surge el conservadurismo religioso de Correa y de varios de sus cercanos; de tratarse de una cuestión personal, no sería problema, al fin y al cabo estamos en un estado supuestamente laico y se respeta la libertad de culto o el ateísmo. Lo grave es cuando ese fanatismo religioso se convierte en política pública.
Entonces, ya sabemos qué tipo de gobierno de la santa alianza nos espera para los próximos cuatro años, y quién sabe más, si se consolida el fraude del CNE a favor de Lasso.
De hecho ya conocemos esa historia, no sólo en los últimos catorce años, sino desde el llamado “retorno a la democracia” en 1979, con pocas y honrosas excepciones como los gobiernos de Jaime Roldos y Rodrigo Borja. Incluso desde el inicio de la vida republicana, que se levantó sobre raíces racistas, patriarcales y excluyentes.
Al parecer, la revolución liberal de Alfaro no logró los cambios que el viejo luchador soñaba junto a otros líderes latinoamericanos como José Martí. Y hay quienes se toman su nombre para hacer atrocidades, denigrándolo.
1 Lenin Moreno, en su carta del 30 de marzo 2016, dirigida a Doris Soliz Secretaria Ejecutiva de AP, refiriéndose a un “informe de avance de las conferencias ideológicas” que sirvieron para el plan de gobierno 2017 de ese movimiento, párrafo 11.