Finalmente llegaron las elecciones del 11 de abril y resultó electo el banquero Guillermo Lasso. La tercera fue la vencida para un candidato que, a su falta de carisma le agrega ideas muy retrógradas en lo moral, como corresponde a un miembro del Opus Dei (el ala más conservadora de la iglesia católica), y muy neoliberales en lo económico, como corresponde a un banquero millonario. Por eso se pudo dar el lujo de dedicarse a estar en campaña durante 11 años. Y finalmente, su deseo o su capricho, se cumplió.
En la primera vuelta, Lasso quedó a más de 12 puntos por detrás de Arauz y apenas a tres décimas por encima de Yaku Pérez. Ante este virtual empate, los candidatos de Creo y Pachakutik habían acordado la apertura de una gran cantidad de urnas para despejar dudas sobre el resultado, pero luego Lasso no tuvo empacho en incumplir. Además, el comportamiento errático del Consejo Nacional Electoral respecto al asunto, puso sombras sobre la legitimidad del segundo lugar de Lasso y quedó rondando fuertemente la idea de un posible fraude en contra del candidato indígena.
Una vez declarados los dos finalistas y luego de que todos los recursos presentados por Yaku Pérez fueron sistemáticamente desestimados por el CNE y el Tribunal Contencioso Electoral, la segunda vuelta se veía muy cuesta arriba para Lasso. Sin embargo, acertó en cambiar de asesores electorales y de estrategia, porque la presentada para la primera vuelta resultó ser francamente floja. Al intentar por lo menos acercarse a problemáticas como las de las mujeres, los colectivos GLBTI, el ecologismo, los derechos humanos y los pueblos indígenas aparentemente consiguió buenos réditos. Ahora habrá que ver si una vez en el poder hace algo al respecto. También ha dicho que no habrá persecución política como sí la hubo, y bastante, en el gobierno de Correa, el mentor de Andrés Arauz.
Parece que la ventaja que tenía el candidato de UNES se empezó a desinflar en el mal llamado debate con su contrincante, en donde la frase de “Andrés no mientas otra vez” lo dejó marcado por el restó de la campaña. Luego vinieron las denuncias sobre los doce años en que Arauz fue funcionario del Banco Central aunque solo trabajó dos, un caso emblemático de privilegios, palancas y viveza criolla que dejó en mal predicamento al joven candidato. Finalmente, los videos de las persecuciones, agresiones y crímenes cometidos por el correato les recordaron a los votantes lo que fueron esos tiempos, “prohíbo olvidar”. Gran parte de la votación alcanzada por Lasso es el voto de rechazo contra Correa, y Arauz no pudo o no quiso desmarcarse del prófugo en Bélgica. Incluso en el cierre de su campaña, al inicio del evento apareció en video el expresidente para desearle éxitos a su candidato.
Luego del posible fraude en su contra, Pachakutik decidió el voto nulo en la segunda vuelta, el cual alcanzó alrededor del 16%, mucho más alto que en elecciones anteriores, superando el 30% en Azuay, Cotopaxi y Bolívar, e incluso por encima de la votación del propio Arauz.
Hay grandes expectativas de los sectores empresariales y la clase media frente al gobierno de Lasso, pero los sectores populares ya conocen lo que han sido los gobiernos neoliberales: desigualdad social y pobreza para gran parte de la población, incluso represión. Como bien decía un grafiti: “Estoy alegre porque perdió Arauz, y triste porque ganó Lasso.”