“La señora lo que hizo fue tomarme la mano y me dijo: “Señorita, por favor, yo no me puedo morir, yo soy mamá, tengo dos hijitos y trabajo como lavandera. Están solos. Por favor, yo no me puedo morir. Entonces le dije que no le va a pasar nada”.
Este es el testimonio de Juana, quien ha sido enfermera durante más de 48 años y actualmente está jubilada.
“Yo debo haber tenido unos veinte años cuando empezamos a hacer la práctica y nos fuimos a la maternidad Isidro Ayora. Teníamos que estar en emergencia, en una de las habitaciones había una señora delgadita que nunca se me se me escapará su imagen. Tú quédate con ella, y alístate porque es posible que vaya a cirugía, me dijo mi supervisora. Entonces yo empecé a hacer todo lo posible por atenderle, la señora me tomó la mano y me dijo: “Señorita, por favor, yo no me puedo morir”. Le digo tranquila, que aquí le estamos cuidando. Le empezaron a operar, pero cuando le abrieron había una hemorragia interna muy grande. Entonces lo que dijeron que había tenido era un embarazo fuera de lugar”.
Este tipo de embarazo, llamado ectópico, es muy grave y provoca muchos casos de mortalidad materna.
“Y eso que ya le empezamos a poner sangre a la señora, porque primero estaba con sueros, pero le dio un paro y no resistió. Yo estaba con ella y la vi morir. Entonces yo me desesperé. No pude controlar mi angustia, mi temor. Ese fue el primer evento de muerte materna que se me quedó en el alma.”
Este recuerdo de Juana, es muy parecido al que año tras año, el personal de salud le toca enfrentar. Madres que mueren por distintas causas, muchas de ellas se pudieron haber evitado con políticas de salud pública integrales.
La población más afectada por la muerte materna es la más empobrecida. Esto se profundiza aún más, si la madre vive en zona rural o no ha podido acceder a educación. En el año 2019, la mortalidad materna fue 65% más frecuente si se trataba de mujeres indígenas y 50% si se trataba de mujeres afrodescendientes, antes que mestizas.
Para reducir la muerte materna, Hugo Noboa propone en su libro “La Muerte Materna: Una Mirada Crítica” algunos puntos clave. Por ejemplo, definir estrategias integradas que incluyan crear políticas coherentes libres de presiones de grupos conservadores. Involucrar a las organizaciones sociales comunitarias y de mujeres para que participen de forma activa. Trabajar conjuntamente con las parteras y crear un puente con ellas para llegar a las familias. Por último, fortalecer la capacidad de hospitales provinciales y entregar a la población información real sobre el número de muertes maternas en el país. Ninguna mujer debería morir por traer nuevas vidas a este mundo.