El 14 de agosto se conmemora en Ecuador el “Día de lucha contra la violencia sexual en las aulas”, un mal que afecta a miles de niños, niñas y adolescentes en el país. Según el informe de la organización internacional Human Rights Watch, la violencia sexual es crónica en Ecuador y está presente desde hace mucho tiempo en nuestro sistema educativo.
La educación es un derecho humano que permite alcanzar el desarrollo integral de las personas a lo largo y ancho de la vida, así como construir su proyecto de vida y el ejercicio de sus derechos en contextos libres de violencia. Pero la realidad en nuestro sistema educativo es otra.
Un caso emblemático que nos viene a la mente en esta fecha es el de Paola Guzmán Albarracín, adolescente ecuatoriana que se quitó la vida luego de sufrir sistemáticamente violencia sexual por parte de directivos de la institución educativa donde estudiaba. Este caso fue tratado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, cuya sentencia establece estándares para prevenir, erradicar y sancionar la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes en el contexto educativo.
La historia de Paola no es aislada, son muchos y muchas más quienes viven la inseguridad, el temor, la desprotección en las escuelas; justamente donde deberían garantizarse sus derechos. Sin embargo, la práctica nos dice que estas instituciones no siempre cumplen con su rol protector, en muchas de ellas abundan actitudes patriarcales basadas en el poder que destruye, violenta y vulnera.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, afirma que “el sistema le falla a niñas, niños y adolescentes cuando mantiene y reproduce patrones estereotipados de comportamiento, cuando las prácticas sociales y culturales se basan en conceptos de inferioridad o subordinación, cuando cosifica los cuerpos como fuente de dominación y explotación”.
Es hora de incidir con fuerza en el empoderamiento de niñas, niños y adolescentes, es urgente trabajar por la erradicación de normas y estereotipos de género y otras formas de discriminación presentes en la sociedad, y por rebote, también en la escuela.
Unamos esfuerzos para exigir políticas públicas que combatan la violencia sexual dentro del ámbito educativo y en todos los espacios donde se desarrolla la vida de niños, niñas y adolescentes. Exijamos al Estado la construcción de un plan para la eliminación de la violencia contra las mujeres, contra la infancia y adolescencia. Aportemos a la construcción de una vida libre de todo tipo de violencia para nuestros hijos e hijas.