PARO ECUADOR: Heridos

“Ahí fue que sentí que… se me vino a la mente que mi ojo estaba completamente perdido, estaba aún mareado por el impacto, al momento que ellos subían pidiendo auxilio, un señor bondadoso trató de subirme en su moto y me llevó de urgencia al hospital Eugenio Espejo.”

Así relata Luis Tipantuña lo que le pasó el primer día que asistió a las manifestaciones del paro nacional y levantamiento indígena ocurrido en Ecuador en octubre 2019. A sus 29 años, perdió su ojo derecho y tuvo que dejar de trabajar por un tiempo, lo que restó ingresos para su familia y a sus ahorros para completar su carrera de abogado.

“Yo no provengo de una familia de la alta sociedad, vengo de una familia que le lucha diariamente para poder tener un pan en la boca, para poder tener compras para sus hijos, para sus hogares. Entonces son medidas económicas que a corto o a largo plazo iban a afectar (…) Yo salí simplemente por mi convicción, porque desde adolescente siempre me ha interesado bastante el tema del pueblo.”

Luis Tipantuña, es una de las 1.340 personas heridas entre el 3 y 13 de octubre de 2019, según lo registró la institución nacional de derechos humanos. Al menos 100 personas fueron heridas por parte de la fuerza pública con disparos de bombas lacrimógenas y perdigones directo al cuerpo y a corta distancia.

Luis Saavedra, coordinador ejecutivo de INREDH, señala que “nosotros consideramos que para esta protesta de octubre ya hubo una serie de preparativos (…) incluso se montó algunos grupos especializados en represión (…) consideramos que durante los días de la protesta, el Estado, usó desproporcionadamente la fuerza, a través de las acciones policiales, y el Estado es el responsable de este uso indiscriminado de la fuerza”.

En relación con el relato de los hechos, Luis Tipantuña añade: “la hora más o menos fue entre las siete y cuarto a siete y media de la noche, Yo me encontraba en la plaza de San Blas, sentado con mis compañeros, cuando vimos que por la calle Guayaquil comenzaron a disparar también bombas a la plaza, donde se encontraban niños, mujeres, personas de la tercera edad, nosotros nos levantamos y nos pusimos al frente, para que las personas puedan cubrirse. Justamente el policía estaba en la calle Guayaquil, exagerando unos quince metros si es que no es menos, entonces al momento que yo intentaba cubrirme de las bombas lacrimógenas, el policía ya me estaba apuntando y lo único que yo hice, es que regresé la mirada a mi lado derecho y sentí únicamente, la chispa que salió impactándome directamente a mi ojo. Entonces, decir que fue un error, no lo creo, tantas personas que ahorita estamos con una pérdida de ojo y tantas otras que según los antecedentes han muerto, no creo que sea una coincidencia o que se le disparó al policía, fue directamente, porque quería, yo digo acabar con mi vida la verdad.” “Lo que yo me encontré en el hospital fue unas seis personas, conmigo éramos siete, que fueron heridas. Lamentablemente, por el hecho de que yo estaba en una camilla, estaba ya conectado, no pude acercarme y conversar con ellos”.

Por razones que desconoce, Luis no podía ver a su familia, ni siquiera a su hermano que trabajaba en el hospital.

“Yo, puse una denuncia en contra de la Ministra de Gobierno Paula Romo y contra el comandante de la Policía. Entonces ellos deben darme la respuesta de lo que me sucedió a mí y sucedió a otras personas”.

Luis Saavedra, opina al respecto. “Yo creo que los funcionarios del Estado conocen ya muchas de las formas de documentación de denuncia que tienen las Organizaciones de Derechos Humanos y se anticiparon a eso. Recordemos que la Ministra Romo, sale de la sociedad civil y de un sector vinculado a derechos humanos, entonces, sabe las formas que tenemos de documentación y fue eso lo que se bloqueó: informes médicos, partes médicos, denuncias en la Fiscalía, con el fin de impedir que podamos consolidar un sistema de documentación que dé cuenta de la agresión policial.”

Luis finaliza su relato señalando que “quizás me quitaron una parte de mi cuerpo, pero no me quitaron mi forma de pensar (…) sigo con una sed justicia que nada se quede en la impunidad, con una sed de graduarme, de ser un profesional en este maravilloso país”.

Las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que generó la represión estatal a los manifestantes del paro de octubre de 2019 no pueden quedar en la impunidad. Las denuncias realizadas siguen en trámite y a la gran mayoría no se ha dado atención aún a fecha de hoy.