El narcotráfico es un problema grave que afecta cada vez más al Ecuador, que de país de paso se ha convertido en plataforma de exportación, e incluso en procesador de drogas. Sus consecuencias en la sociedad se manifiestan en asesinatos, inseguridad, masacres carcelarias, lavado de activos y también en miles de personas, especialmente jóvenes con adicciones, lo cual la mayoría no logra superar.
El gobierno de Lasso ha optado por la política de represión al narcotráfico y el tiro se la ha salido por la culata. En pleno “estado de excepción” en el sistema carcelario, ocurre una nueva masacre en la Penitenciaría del Litoral que deja 68 muertos, que se suman a los más de 200 que ya había en este año. Los operativos policiales y militares no han logrado frenar el incremento de asesinatos que ya han superado el récord histórico en el país. El gobierno y sus fuerzas de seguridad se vanaglorian de lograr cada vez mayores incautaciones de droga que se dirige al extranjero, pero eso no es sino la muestra de que es cada vez mayor la cantidad de droga que sale desde nuestro país. El radar en el cerro de Montecristi, que debía servir para detectar los vuelos de aviones del narcotráfico, sufrió un atentado con bomba al poco tiempo de entrar en operación y quedó fuera de operación
Las políticas en la lucha contra el narcotráfico que se basan exclusivamente en la represión están condenadas al fracaso. Ni el aumento de las penas, creación de nuevos delitos, ni la criminalización del consumo, ni los estados de excepción van a lograr que disminuya una actividad que es probablemente la más rentable del mundo, y que posee una gran capacidad de corrupción en los más diversos escenarios de la sociedad.
Por ello, es necesario tomar medidas distintas a la represión que ha estado vigente desde hace varias décadas y que no ha dado resultados positivos. La opción sería la despenalización selectiva y definitiva del tráfico de drogas. Se debe avanzar en la búsqueda de soluciones que debiliten a las organizaciones criminales allí donde les duele, o sea en sus intereses económicos. Además, hay que llevar a cabo campañas masivas para la prevención del consumo a través de la educación, la generación de espacios saludables para la juventud, la corresponsabilidad en la sociedad y la reincorporación a la sociedad de las víctimas de adicción y de quienes han estado presos por narcotráfico. Los ingentes recursos usados, hoy por hoy en la represión, darían mucho mejores resultados con este cambio valiente y radical de perspectiva.