Los nuevos rumbos que ha elegido Chile

Gabriel Boric recientemente fue electo presidente de Chile con la más alta votación de la historia y a los 36 años será el mandatario más joven de ese país. En la segunda vuelta superó por casi un millón de votos al ultraderechista José Antonio Kast, defensor a ultranza del neoliberalismo y de la dictadura de Pinochet. El general, que derrocó mediante un golpe de Estado orquestado por la CIA al presidente electo democráticamente Salvador Allende, estuvo 17 años en el poder y su régimen represivo asesinó a por lo menos 3000 opositores, encarceló y torturó a miles y condujo al exilio a al menos medio millón de personas por todo el mundo.

Boric incluso logró revertir el resultado de la primera vuelta en la que ganó Kast, un gran logro para las fuerzas progresistas y de izquierda, agrupadas en una alianza de amplio espectro donde se incluyeron una izquierda “posmoderna” pero también el Partido Comunista. 

Entre las prioridades del gobierno de Boric están el aumento del salario mínimo y de las pensiones jubilares, hoy por hoy controladas por los fondos de pensiones privados y que deberán ser liquidados. También están la defensa de los derechos de las mujeres y de los pueblos ancestrales, así como la mejora de la atención pública de salud y de la educación, dos derechos fundamentales privatizados por los regímenes neoliberales que se han sucedido desde la dictadura de Pinochet y que continuaron con el retorno a la democracia.

Kast, el rival de Boric, abandonó la derecha tradicional para formar el Partido Republicano, de ultraderecha. En su plan de gobierno constaba cerrar el Instituto Nacional de Derechos Humanos y el Ministerio de la Mujer, así como revertir el derecho a la diversidad sexual y al aborto por tres causales y el aumento de penas de prisión a quienes participen en manifestaciones populares.

Es así que en Chile además de la euforia del triunfo de Boric se vivió una gran alegría por haber frenado al fascismo y lograr la debacle de la extrema derecha chilena. El temor de elegir un gobierno regresivo, autoritario y oscurantista   fue determinante en la decisión de las chilenas y los chilenos.

Boric, que intentará llevar adelante el “desmantelamiento” del modelo económico neoliberal no la tendrá nada fácil, deberá sortear muchos obstáculos causados por la crisis económica, la pandemia del coronavirus, la crisis migratoria y las presiones de los sectores dominantes chilenos y extranjeros de la economía.

El presidente electo de Chile considera inaceptables las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, Cuba y Nicaragua y se ha desmarcado de los gobiernos del llamado Socialismo del Siglo XXI, queriendo dejar en claro que pretende llevar adelante un régimen progresista con un enfoque distinto a los que han gobernado varios países de América Latina en años recientes.