Empieza un nuevo año, y con él, se reduce el tiempo que tenemos para evitar calentar al planeta en 1 grado más. Recordemos que el límite es el año 2030, por lo que nos restan solo 8 años. Según explica la BBC, existen 9 límites que mantienen a la Tierra en equilibrio, y por voracidad de nuestras formas de vida y hábitos de consumo, hemos pasado algunos de ellos. Veámoslos entonces. Los 4 que hemos sobrepasado son:
- Cambio climático. Estamos viviendo las épocas de más altas y bajas temperaturas. Así, por ejemplo, Paraguay registró en días pasados temperaturas de 45º C. Algo que nunca había ocurrido en ese país.
- La integridad de la biosfera. Más de 40.000 especies están amenazadas de extinción, (40.001 si se incluye a la raza humana que se quedará sin planeta para vivir). Para no ir muy lejos, las abejas y otros polinizadores están cada día más en riesgo de extinguirse por el uso indiscriminado de pesticidas. Lo que nos lleva al siguiente límite rebasado.
- Los flujos bioquímicos. La industria agraria usa en exceso fósforo y nitrógeno, lo que altera los ciclos naturales de estas sustancias, pero además afecta a los océanos y la vida marina, que también se ven alterados por estas.
- El cambio del uso del suelo. Este límite es especialmente visible con la destrucción de bosques nativos y de la Amazonía para ampliar las fronteras agropecuarias sin control alguno. Esto no solo pone en riesgo a los ciclos biológicos, sino que puede significar la desaparición de varias comunidades indígenas.
Los límites que aún no rompemos son los siguientes:
- Reducción del ozono estratosférico. La capa de ozono estuvo en riesgo durante los años 70 a 90 del siglo pasado, pero la rápida toma de decisión permitió eliminar de los mercados al principal causante. Ojalá aprendamos de esta experiencia.
- Uso del agua dulce. Si bien aún no entramos en la zona de riesgo por el abuso de este recurso, debemos recordar que en el planeta solo el solo el 2,5% es agua dulce y de esta, solo una parte es potable. Y, sin embargo, seguimos tratando los ríos como basureros y vertederos. Si no me cree, le reto a oler al menos por 5 minutos las fragancias del Machángara, del Guayas, del Esmeraldas, del Cutuchi o del Chibunga.
- Acidificación del océano. Estamos peligrosamente cerca de sobrepasarlo. Aumentar el PH de los mares supone que más especies entrarán en la lista de peligro de extinción, lo que implica que tendremos menos fuentes de alimento, y ponemos en riesgo el oxígeno que respiramos, pues los microorganismos marinos producen entre el 50 y el 85 % del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera.
- Carga de aerosoles atmosféricos. Esta se da por la quema de combustibles fósiles, y por los incendios forestales. Se trata de un límite que aún no sabemos cómo medir, pero que, sin duda, contribuye al calentamiento del planeta. Es necesario promover con prontitud el uso de energías limpias y renovables.
- Incorporación de nuevas entidades. Con este nos referimos al ingreso elementos y organismos modificados por la raza humana. Desde materiales radioactivos, microplásticos hasta transgénicos.
Tenemos mucho por hacer, tanto gobiernos como empresas y hogares. Así que ¡manos a la obra! Antes de que nos quedemos sin planeta donde vivir. Empecemos este mes por cambiar al menos un hábito: apagar una luz que no se necesita, cerrar el grifo al lavarse los dientes o los platos, inclusive no comer carne un día a la semana. Todo acto cuenta.