La guerra es repugnante

Hoy el mundo se encuentra nuevamente un poco más cerca del apocalipsis, al borde de
una nueva guerra mundial, se trata de un conflicto que tiene por un lado a la Unión
Europea y a los Estados Unidos y, por otro lado, el imperialismo ruso.

No es desconocido que ésta, como toda guerra, defiende intereses en los que se
benefician los poderosos y el pueblo pone los muertos. Esta disputa se da en una región
de gran importancia económica por su riqueza en minerales como el mercurio, uranio,
hierro, carbón, además del gas natural. Y desde luego, no hay que olvidar el gran
negocio que significa la guerra.

Por otra parte, el que Rusia ataque a otros países en los dos últimos siglos se ha vuelto
una constante, como también se han vuelto frecuentes los ataques a la vida e integridad
de los opositores políticos del régimen, y también la persecución contra aquellos que no
se ajustan al estándar de “ciudadano ruso” en la mentalidad arcaica del protervo
gobernante, entre ellos personas de diversidades sexuales, migrantes y refugiados.

Rusia está vendiendo el conflicto como una guerra preventiva, una defensa de su
soberanía e incluso como una recuperación de sus antiguos territorios y glorias pasadas.
Por su parte Ucrania, su gobierno democrático y su población civil se han sentido solos
en el panorama internacional, los misiles caen a diario, los hombres son reclutados
obligatoriamente para el conflicto, la gente se oculta o intenta huir a los países vecinos
con mayor o menor éxito.

Las sanciones internacionales a Rusia han sido cautelosas ante su poderío en recursos
naturales, económicos y armamento bélico. Pese a ello, respecto a este conflicto ha
existido una reacción política, el conflicto ha gozado de un rechazo casi universal y una
cobertura mediática importante, lamentablemente no todas las guerras reciben el mismo trato, algunas son completamente ignoradas otras incluso justificadas y hasta
glorificadas.

No faltarán quienes señalen que las guerras son algo natural en los seres humanos, que
son necesarias, que incluso en ellas existe valentía, hombría y honor. Dicha visión
romántica es falsa, la guerra entre Rusia y Ucrania, y cualquier otra guerra sin distingo
de su lugar y época son otra cosa, son la negación de nuestra humanidad y de la razón,
el desconocimiento absoluto de los derechos humanos, son dolor, tristeza, agotamiento,
abandono y son también traumas que durarán por generaciones. Esto sin siquiera señalar
los efectos que los conflictos armados tienen sobre la naturaleza, su flora, su fauna, los
ecosistemas e incluso respecto a los animales del hogar.

La guerra es repugnante, la guerra es la antítesis de la civilización y la modernidad, es la
peor manifestación de lo que podemos hacer los humanos. Si a todo esto le sumamos
que las guerras siempre responden a intereses de las clases económicas altas, quienes sí
tienen los medios para que se respete su vida, integridad y propiedades, mientras que
otros mueren en el frente, ven sufrir a sus seres queridos, tienen que abandonar todo o lo
ven completamente destruido. Las balas y sus efectos no afectan a todos por igual.

Y las guerras modernas no son como las de antaño, son mucho peores, con el tiempo los
seres humanos hemos encontrado cada vez formas más groseras, masivas y efectivas de
hacernos daño y matarnos. Se han implementado métodos y técnicas que hacen de la
guerra, una barbarie y carnicería todavía peor. Lo químico y lo atómico pueden acabar
en un segundo con más vidas que cualquier conflicto en épocas pasadas.

Condenemos esta guerra y cualquier otra, exijamos a nuestros gobernantes que nos las
fomenten ni las provoquen. Nosotras y nosotros queremos vivir en paz.