Nuevamente el horror de la guerra sacude al mundo, esta vez en Ucrania. Las fuerzas rusas invadieron este país y la intervención hasta el momento ya ha dejado miles de muertos, incluidos niños, mujeres embarazadas, ancianos, innumerable cantidad de heridos, ciudades enteras destruidas, dos millones ochocientos mil refugiados en los países vecinos y dos millones de desplazados internos.
Toda invasión de un país independiente es contraria al Derecho Internacional y viola el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidad y por lo tanto es condenable. Igual de condenable como fueron las invasiones de EE.UU. a Irak, Afganistán, Libia, y un muy largo etc.
Se quiere hacer aparecer como si el conflicto fuera solo entre Rusia y Ucrania. Ucrania no es más que el escenario del enfrentamiento. Por una parte, Occidente, conformado por Estados Unidos y sus aliados-vasallos europeos de la OTAN y en el otro lado, potencias que pugnan por un mundo multipolar. Por una parte, está Rusia, potencia militar, aunque no económica, y China, la gran potencia emergente de los últimos 30 años. El gigante asiático, aunque no participa de la guerra, es considerado como el principal rival de EE.UU. y de Occidente.
Desde la desintegración de la Unión Soviética (URSS), Rusia buscó por medios diplomáticos garantizar su seguridad impidiendo el avance de la OTAN hacia el este. Cada vez más países del este de Europa e incluso de la ex URSS ingresaron a la OTAN. Permitir el ingreso de Ucrania a la OTAN sería, en parte, una demostración del poder y de la hegemonía de Occidente ante Rusia y del “triunfo” de los valores que dice defender: la libertad, la democracia y el progreso.
Como en toda guerra, se juegan intereses económicos y hay quienes lucran de las guerras y se forran de dinero. Está primero el complejo militar estadounidense, con el suministro de armas a Occidente. A raíz de la guerra en Ucrania, Alemania, por ejemplo, decidió comprar cerca de 100 mil millones de dólares en armamentos, la mayoría provenientes de empresas norteamericanas. También el complejo energético estadounidense se beneficia económicamente de esta guerra. Luego de las sanciones contra Rusia, empresas norteamericanas proveerán buena parte del gas y del petróleo que Europa dejará de comprar a Rusia. De este “juego” geoeconómico también participan China y Rusia.
Los pueblos debemos rechazar las guerras vengan de donde vengan, Occidente u Oriente, estados, gobiernos o transnacionales. Los pueblos son los que sufren los muertos, los heridos, el dolor, el despojo, el exilio. No los gobernantes, no las grandes empresas, no los poderosos del mundo.