Había una vez un país llamado Ecuador. En la región oriental de este país estaba la selva
amazónica. Y en esta región se encontraba un área ubicada hacia el este que colindaba con el
país vecino. Esta región de unos 10 mil kilómetros cuadrados conocida como el Yasuní, era la
de mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado del planeta: 200 especies de mamíferos, 600
de aves, 3000 de plantas, etc. Ahí también vivían pueblos ancestrales como quichuas y waorani
y también algunos pueblos en aislamiento voluntario, los tagaeri y taromenane. Esta área
había sido nombrada como Parque Nacional por el Ecuador y designada reserva de la biósfera
por la UNESCO en 1989.
Pero, aparte de esta riqueza natural y humana, en el subsuelo del Yasuní se hallaban las
mayores reservas de petróleo del Ecuador, alrededor de 1600 millones de barriles de petróleo.
El dilema para el Estado ecuatoriano ha sido preservar este espacio único en el mundo o
explotar el crudo para incrementar los ingresos fiscales, que siguen siendo deficitarios. Pero,
más allá de discursos mentirosos, está claro que los distintos gobiernos han optado por lo
segundo, insistiendo en el modelo de desarrollo extractivista para el país.
Durante su gobierno, Correa quiso aparecer como adalid de la conservación del Yasuní
llevando a cabo una campaña internacional para no explotar el petróleo del Yasuní y, luego de
que solo consiguiera una pequeña parte de los fondos previstos, dijo que el mundo le había
fallado al Yasuní. Fue una farsa más del gobierno: fotos satelitales mostraron que durante la
campaña se habían abierto carreteras en el lugar y, a partir de 2016, ya empezó la explotación.
En el gobierno de Moreno, se perforaron 24 nuevos pozos en el bloque 43 (Ishpingo-
Tambococha-Tiputini) y aumentó la explotación petrolera.
Una vez en el gobierno, Lasso expidió el decreto 95 para incrementar la producción petrolera,
según él, hasta un millón de barriles diarios, con el fin de incrementar los ingresos fiscales muy
venidos a menos con las malas negociaciones petroleras durante los gobiernos de Correa y
Moreno. Como parte del plan, está la perforación hasta 2023 de 40 pozos en el área de
Ishpingo.
Recientemente la Corte Constitucional prohibió que se realicen obras para la explotación
petrolera en la zona de amortiguamiento del Yasuní, pero las obras no se han detenido y las
imágenes satelitales muestran la construcción de una carretera a solo 300 metros de la zona
intangible, en clara violación con lo decidido por la Corte.
En palabras del dirigente waorani Nemonte Nequimo: “El Gobierno de Ecuador ve en nuestro
territorio solamente los intereses de recursos. Exigimos respetar nuestra decisión de mantener
nuestros territorios libres de petróleo y minería. No hay una verdadera política de desarrollo
para la Amazonía.”
Todo indica que, en el Yasuní, lamentablemente, la explotación se va imponiendo a la
conservación por encima de las leyes y sentencias, por sobre los derechos de los pueblos
ancestrales y de la naturaleza y de la lucha de varios colectivos.