Preocupaciones sobre la protesta

El derecho a la protesta es un viejo conocido en Ecuador. Y siempre que lo ejercen grupos de personas que no tienen poder, ni pertenecen a grupos culturalmente hegemónicos, se evidencia cómo los medios masivos de comunicación inmediatamente la criminalizan y minimizan, o hasta ocultan los excesos de fuerza física, jurídica y política.

Es importante recordar que el derecho a la resistencia se encuentra protegido por el artículo 98 de la Constitución. Este artículo señala que “los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos”. Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su Relatoría Especial sobre Libertad de Expresión, en el informe Protesta y derechos humanos, enfatizan que:

– La libertad de expresión, también ejercida con la protesta y resistencia, es un derecho medular a la democracia.
– Los actos de violencia aislados o por parte de algunas personas en el marco de protestas sociales, no hacen inmediatamente ilegítima la manifestación.
– El ejercicio del derecho de reunión y manifestación pacífica puede suponer algún grado de molestia de otros derechos de otras personas, pero no por ello se puede coartar o restringir de forma arbitraria o permanente.
– Es obligación del Estado velar por la integridad de quienes protestan, así como de personas ajenas a la movilización.
– El uso de la fuerza debe ser excepcional y para estar justificado debe satisfacer los principios de legalidad, absoluta necesidad y proporcionalidad.
– En consecuencia, la mera sospecha de amenaza de uso la violencia, por ejemplo, por el uso de determinada vestimenta o accesorios en las manifestaciones públicas, o el modo de hacerlas, no es señal suficiente que justifique la represión.

Preocupa entonces ver cómo se repiten comportamientos de parte de las autoridades de policía: periodistas de medios independientes detenidos sin el debido proceso; uso excesivo de la fuerza contra personas desarmadas; abuso del poder punitivo con detenciones de escasa legalidad e interpretaciones de delitos poco ajustadas al sentido común. Ha sido por demás visible la criminalización mediática de las protestas y de quienes la ejercen, con sobreexposición de hechos violentos aislados o uso de lenguaje excluyente, visible en expresiones como “dejen trabajar a los ecuatorianos”, a lo que nos preguntamos ¿acaso quienes protestan vienen de Marte?

No perdamos de vista algo muy importante, los representantes del gobierno salen rápidamente a los medios masivos de comunicación y los inundan con propaganda de sus bondades, pero se esconden y huyen del diálogo, eludiendo su responsabilidad en lo que tiene que ver con las vías y carreteras que continúan bloqueadas.

Tenemos que empatizar con la necesidad de las demás personas, con sus carencias, con su inconformidad, con su falta de voz, porque quizás mañana sean nuestras carencias e inconformidades las que no sean escuchadas… y tengamos que salir a protestar.