Por: Sonia Rodríguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil
Urge mejorar la prevención, atención y reparación de la violencia sexual, sabemos que esto ocurre con frecuencia y la cometen mayoritariamente hombres cercanos: padres, tíos hermanos, abuelos, profesores, pastor, entre otros, y en lugares conocidos como la casa, la escuela, en la iglesia, en el centro de acogimiento o en la calle; sin embargo, aún no logramos prevenirla de manera eficiente.
Cada día se conocen más casos reportados por las instituciones educativas porque es el lugar en donde niños, niñas y adolescentes llegan a contar lo que ocurre en la casa, en el barrio, si es que no ocurre en la escuela.
Cuentan con temor con angustia el horror que viven, una niña que es abusada sexualmente por el primo o por hermanos mayores, ella no sabe qué hacer porque no quiere que en la familia haya problemas, que se peleen o que tenga que irse de la casa y alejarse de su madre y su padre, aunque no la protejan y estén encubriendo a quienes las violan.
Hoy el Ecuador tiene una sentencia y está diseñando una política interinstitucional por el caso de Paola Guzmán Albarracín, adolescente que se suicidó después de haber vivido violencia sexual por el vicerrector de su colegio. Debemos conocer que esto existe y apoyar a todo niño, niña o adolescente que vive violencia, no los dejemos solos, que haya un adulto confiable hace la diferencia.
Aunque existe una Ruta de Atención en instituciones educativas, en la Fiscalía y en la Policía especializada aún toma mucho tiempo el proceso y las víctimas quedan generalmente en indefensión, sin atención psicológica, de salud, educativa, social; es decir, no se restituyen nuestros derechos.