Caso ASOMAC: La unión hace la fuerza

PRODH

El caso ASOMAC se relaciona con una experiencia de desalojo violento de tierras agrícolas sin que se establezcan medidas compensatorias. A través de este mecanismo, el Estado promueve el enfrentamiento entre organizaciones campesinas, y así atenta contra su derecho de asociación.

“Ese día fue trágico porque ya a nosotros nos comenzaron a decir que teníamos una orden de desalojo, en ese tiempo yo era el vicepresidente de la asociación, y nos movilizamos a la ciudad de Guayaquil a preguntar por ese expediente de desalojo, que dónde estaba y nos negaban ese documento siempre (…) nunca fue por la vía legal, siempre se anduvo, como quien dice, “coimeando”. Así, hablemos directamente porque a leguas se notaba ese asunto aquí siendo un documento público, ¿por qué tenían que esconderlo?”

Así se expresa Henry Burgos, un campesino de 43 años que fue desalojado forzosamente de su casa. Así como Henry, 44 familias tuvieron que pasar por la misma pesadilla un 11 de diciembre del año 2015. Todos ellos miembros de la Asociación ASOMAC del cantón Colimes en la provincia del Guayas.  Alrededor de 150 personas entre policías y miembros de otra asociación, expulsaron a las familias de ASOMAC de sus casas, algunas de las cuales fueron quemadas y destruidas, así como los cultivos. 

En el 2004 ingresamos al predio Leopoldina… (…) en 2005 obtuvimos la vía jurídica (…) en el 2009 en un acto público en Vinces, nos entregaron las garantías de posesión por toda la hacienda, las 675 hectáreas”. 

A pesar de que los miembros de ASOMAC llevaban 5 años viviendo y trabajando la tierra que se les dio de forma legal, en el año 2012 el Estado ecuatoriano cede 150 hectáreas de las familias de ASOMAC a la Asociación La Lagartera, que nunca había vivido allí.  El desalojo para estas familias fue ilegal y, a pesar de que ganaron el juicio en los tribunales, el Estado, en lugar de protegerlos y devolverles las tierras que les corresponden, ha demorado el proceso y ha utilizado mecanismos injustos para dividirlos e intentar romper su asociación.  

“Es algo cansoso porque venimos luchando desde el 2012 hasta la actualidad. Ya son varios años, pero las cosas siempre surgen cuando un grupo toma la bandera de lucha y no deja que la organización flaquee, que caiga. Es demasiado importante en la organización que nosotros nos fortalecemos y la unión hace la fuerza, si no nos hubiéramos organizado no estuviéramos aquí.” 

Las 44 familias desalojadas sin aviso previo pudieron sobrevivir gracias a la ayuda de su propia organización ASOMAC. Todos los miembros redujeron el número de hectáreas que correspondía a cada uno para compartir la tierra con las familias desalojadas. Ahora, ellas viven en esta tierra mientras esperan que el Estado devuelva lo que, por ley, es suyo.  

“El miedo existe por el desalojo, siguen viviendo ese trauma los niños. Nosotros, como padres, les damos ese valor, esa valentía y esa tranquilidad. Personalmente me siento orgulloso de ser campesino, un montubio (…) la palabra montubia a mucha honra porque nuestros padres nos enseñaron a trabajar.”, concluye Burgos. 

Las familias de ASOMAC, así como otras familias campesinas, viven de la tierra. Al despojarlas de ella, se siembra el hambre y se vulnera su derecho a organizarse.

Esta historia, recogida por el Colectivo Pro Derechos Humanos, PRODH, es un llamado para que el Estado ecuatoriano respete el derecho a la libre asociación, haga justicia con las 44 familias despojadas de sus tierras y repare su sufrimiento. 

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