¿Qué son los humedales y por qué debe importarnos, muchísimo, su conservación?

La palabra “humedal” se usa para referirse genéricamente a ecosistemas de transición
entre la tierra y el agua, que pueden ser naturales o creados por el ser humano. En
otras palabras, se trata de suelos de poca profundidad que se inundan de forma
ocasional o permanente. Dicho así, parecería que se trata de algo lejano a nuestra vida
cotidiana, de un terreno que quizás nunca llegaríamos a conocer. Nada más alejado de
la realidad.

Cuando se revisa qué tipos de ecosistema son humedales encontramos una inmensa
diversidad que quizás no imaginamos. Entre los naturales están los marinos, como las
lagunas costeras y los arrecifes de coral; los mamarismas de marea y los manglares, las
zonas pantanosas y las ciénegas. Por otro lado, están los humedales artificiales como
las represas, tanques de granjas, estanques, tierras agrícolas de regadío, canales y
embalses. Los humedales ribereños están en las zonas cercanas a los ríos, arroyos y los
manantiales. Finalmente, están los humedales lacustres como lagos y lagunas, tanto a
cielo abierto como subterráneos.

Estos ecosistemas, que solemos desconocer o incluso despreciar por su apariencia de
simple cocha o charco, desempeñan funciones indispensables para sustentar la vida
vegetal, animal y humana. Tienen gran capacidad de convertir nutrientes en alimento
para la gran riqueza de plantas y animales que allí viven; generan y conservan gran
parte de la biodiversidad. Son lugar de reposo para especies migratorias; nos proveen
de agua dulce; procesan una gran cantidad del carbono que producimos; regulan el
flujo, volumen, calidad y recorrido del agua.

Y, por si fuera poco, por los procesos biológicos de sus especies animales y vegetales
que los habitan funcionan como “filtros naturales de agua”, ayudan al control de
inundaciones, son fuente de recarga de aguas subterráneas y además ¡son barreras naturales que ayudan a mitigar efectos del cambio climático! Pero también, tienen un
gran valor cultural ancestral que no debemos menospreciar.
Con tristeza debemos señalar que toda esta riqueza está en peligro. Como es usual, la
acción humana la está afectando: la expansión ilegal y desordenada de las fronteras
agrícolas y ganaderas, el aumento de población, el uso errado de pesticidas en los
humedales con el pretexto de prevenir enfermedades, la creciente e incontrolada
demanda de agua, la desertificación de suelos, así como acciones tan irracionales
como su drenaje y uso como basureros.

Pero el peor peligro que quizás enfrentan, muchas veces con la venia de las
autoridades municipales y nacionales, es la apropiación indebida de estos terrenos, en
especial para ampliación de actividades de explotación económica no compatibles con
la naturaleza de estos ecosistemas. Esto tiene que parar.

Ecuador hace parte de la Convención Ramsar sobre los Humedales desde 1991, lo que
refuerza la protección que se les debe dar. No en vano en el país se declararon 19
humedales de importancia internacional. Todas nuestras autoridades públicas, en
especial las administrativas y judiciales, están obligadas a proteger los humedales.