Campaña por el derecho a la libre asociación: Caso ASOMAC “La Tierra es vida”

Por: PRODH

Aprendizajes sobre el valor de la organización. Experiencia del desalojo violento de tierras de que fueron objeto 44 familias campesinas, sin recibir por ello medidas compensatorias. A través de este mecanismo, el Estado promueve el enfrentamiento entre organizaciones campesinas, y así atenta contra su derecho de asociación.
“Yo todavía escucho el ruido de las motosierras, porque no solamente dañaron a la gente allá. Acá también, había unas casitas donde vivía una de mis sobrinas y con la motosierra le tumbaron su casa, vimos todo nuestro esfuerzo tirado en el piso en cuestión de tres minutos y con un camión que lo amarraron a la casa y nos la jalaron”.
El 11 de diciembre del año 2015, 44 familias de la asociación de montubios, ASOMAC, fueron desalojadas de su casa y de su tierra en Colimes, provincia del Guayas, lo hicieron de forma ilegal y sin previo aviso. Quien se expresa es Elena Plaza, quien también cuenta por qué en ese momento no pudieron hacer nada.
“Tal vez no quisimos que hubieran muertos, que mi esposo se muriera o que mis hijos salieran heridos o muertos. Dios nos dio la serenidad de quedarnos, como quien dice, quietos. No sé, para que las cosas no fueran peor, porque si tú vas a una casa de avispa y tú la tumbas, ellas vienen contra ti. Si a nadie le gusta que le tomen su casa, pudo haber sido peor.”
Nadie puede realizar un desalojo sin demostrar la orden legal de la autoridad designada, es decir, ni la policía, ni un intendente puede ordenar esto. Se debe respetar el debido proceso y el derecho a la comunidad de defenderse. Además, es importante que siempre exista un aviso antes de un desalojo, para que la gente se pueda preparar, lo cual nunca lo hicieron con las 44 familias de Colimes.
“Contrataron gente, llegaron todos vestidos de verde como si fueran del gobierno. Cargaban una cadena para darnos con cadena, pero nadie hizo resistencia porque nuestros dirigentes dijeron que hagamos todo por lo legal. Yo converso con todos porque no puedo enemistarme con nadie, porque para ir al pueblo yo necesito pasar por donde ellos y no puedo pelear porque me pueden agredir”.
“Soy Pedro Calderón Marcillo, tengo 60 años y soy 100% colimeño”. Pedro es actualmente el presidente de ASOMAC y cuenta cómo la asociación La Lagartera y el Estado ecuatoriano han vulnerado su derecho de vivir legalmente en donde les corresponde.
«Ellos se quedaron con la mejor tierra, nos dejaron la parte que no tiene agua, nos cortaron el agua. Tuvimos que hacer pozos para encontrar el agua para poder producir”. Y continúa señalando que “En marzo de 2016 nosotros fuimos a una paralización en Quito, le ganamos el juicio al gobierno y como a los tres días nos dieron el aval de que nosotros tenemos derecho a la tierra. Pero hemos seguido luchando para que nos den la tierra y no ha sido posible. Si no estamos organizados… individualmente no se recibe ningún beneficio, en los ministerios solito no te atienden, si vas como organización te toman en cuenta”.
Aunque el Estado ha intentado dividir a esta asociación, hostigándolos, desapareciendo documentos e incluso sin devolverles las tierras que ganaron en el juicio, ASOMAC sigue en pie, la solidaridad ganó “Nosotros teníamos 5 hectáreas…… tuvimos que ceder de las 5, ceder 2 hectáreas para que los compañeros de allá vayan incluyéndose acá”.
El estar asociados les ha permitido darse una mano con las dos hectáreas que cada socio cedió para que las 44 familias puedan rehacer su casa, pero tienen miedo de que esas tierras también se las quiten por lo que no pueden invertir en mejorar su casa actual. “La tierra es vida para nosotros. Todo lo que nos servimos en la mesa es hecho aquí”. Así Elena comparte su sentir. “estamos viviendo ahí pero no a gusto, no seguros, porque en cualquier momento nos pueden decir “váyanse porque las tierras regresan a ser tierras del gobierno”. La verdad, a quien se las dan es al que tenga más dinero, porque los gobiernos no miran hacia el campo, no miran al agricultor, a la gente que todos los días se levanta y faena a la tierra y que de esa tierra comemos que de esa tierra se alimentan muchas personas en la ciudad, pero no, somos los más olvidados, los que estamos a merced de lo que ellos digan porque no tenemos ni voz ni voto”.
Las familias de ASOMAC, así como otras familias campesinas, viven de la tierra. Al despojarlas de ella, se siembra el hambre y se vulnera su derecho a organizarse.
Esta historia recogida por el Colectivo Pro Derechos Humanos, PRODH, es un llamado para que el Estado ecuatoriano respete el derecho a la libre asociación, haga justicia con las 44 familias despojadas de sus tierras y repare su sufrimiento.