La corrupción y los delitos son una lamentable constante en diversas instituciones estatales
ecuatorianas lo cual es preocupante y repudiable, pero lo que resulta todavía más grave es que
estos hechos estén sucediendo en la institución policial.
Desde casos de corrupción, pasando por vinculación con grupos de narcotráfico, hasta delitos
cometidos por miembros en servicio activo, sistemas de captación de dinero en estructuras
piramidales hasta la misma escuela de policía como escenario de un feminicidio, son solamente
algunos ejemplos de cómo miembros de la policía están actuando al margen de la ley
beneficiándose de su facultad de uso legítimo de la fuerza. Pero no se trata de hechos
individuales, sino que suceden en el marco de una lógica institucional que no ha sido
determinante en prevenir estos hechos ni tampoco transparente en anunciar medidas que cambien
las cosas.
Pero ahí no terminan las actuaciones de la institución policial que son cuestionables, la lógica
represiva frente a la movilización social legítima y amparada como derecho constitucional
también es un tema que preocupa. La actuación policial tiene a su haber personas fallecidas en
varios paros nacionales y su actuación en estos contextos lejos de solucionarlos los han
agravado.
Por estos y otros temas es que se hace urgente una reforma policial que requiere de la
participación de los diferentes poderes del estado y de la sociedad civil para habilitar una
profunda evaluación de todas las estructuras y sistemas internos, así como la definición de una
hoja de ruta para una transformación que al menos debería tener dos objetivos: mejorar la
capacidad y la eficacia, y mejorar la integridad y la rendición de cuentas de la policía.
Ahora mismo el país enfrenta grandes desafíos en materia de seguridad y es importante conocer
en qué medida la institución policial ha modificado y actualizado tanto sus enfoques como planes
institucionales, así como saber si sus prácticas están siendo coherentes con los problemas de
seguridad para resolverlos. Nada más caduco y sin sentido que el prestigio institucional o la
vigencia del espíritu de cuerpo que solo ha sido garante de la impunidad.
La reforma policial debe dar pasos concretos y cambios de fondo. Entre los temas que puede
incluir la reforma están contar con un enfoque de servicio centrado en las personas, conocer y
proteger los derechos humanos de acuerdo la normativa nacional e internacional, incluir en los
procesos de formación la comprensión de que pueden existir diversas necesidades de seguridad
de acuerdo al género, edad, etnia y otros, tener rigurosos estándares de rendición de cuentas de
sus conductas tanto internas como externas, contar un sistema de control democrático sobre la
policía donde puedan estar tanto las funciones del estado como la sociedad civil. También es
importante evaluar las condiciones laborales, salariales y de equipamiento de la policía.
La sociedad ecuatoriana está marcada por la desaparición de los hermanos Restrepo, actuaciones
policiales como en el caso Fybeca, muertes como las de Paúl Guañuna y María Belén Bernal,
heridos y fallecidos en represiones estudiantiles y de trabajadores que hacen parte de nuestro
imaginario colectivo y de cómo hemos construido la identidad de la institución policial, en ese
imaginario la policía está lejos de representar la seguridad y es un ente más de quien debemos
cuidarnos. Esto es lo que debe cambiar radicalmente y por lo que es urgente una reforma policial.