En estos días los ojos del mundo están puestos en el pequeño emirato de Qatar, donde se está
celebrando el campeonato mundial de fútbol 2022. Este torneo es visto por miles de millones
de telespectadores en todo el planeta y se estima que unos 2 millones de aficionados de todo
el mundo asistirán a los partidos. Hay mucha expectativa en el Ecuador porque participa la
selección de nuestro país.
El emirato de apenas 11 mil kilómetros cuadrados y menos de 3 millones de habitantes logró a
golpe de billetera la sede de un torneo en el cual ésta siempre ha ido para países mucho más
grandes y poblados. Recordemos el caso Fifagate, en el cual fueron sobornados con
petrodólares qataríes los principales dirigentes del fútbol mundial, entre ellos todos los
presidentes de los países de la CONMEBOL, incluido Luis Chiriboga, expresidente de la
Federación Ecuatoriana de Fútbol, condenado a 10 años por este caso y que cumple arresto
domiciliario.
Pero uno de los principales argumentos en contra de haber otorgado la sede del mundial a
Qatar son las múltiples violaciones de los derechos humanos en el emirato. Aproximadamente
85% de la población es extranjera, entre ellos un gran número de trabajadores asiáticos,
empleados principalmente en la industria de la construcción. Se han denunciado condiciones
de trabajo casi de esclavitud, con jornadas extenuantes de hasta 16 horas diarias, sin derecho
a la sindicalización, sometidos al yugo total de los empleadores, con falta de servicios y en
medio de una temperatura que puede superar los 50 grados.
A lo largo de unos diez años, esto ocasionó que unos 6500 trabajadores hayan fallecido
durante la construcción de los espectaculares estadios donde hoy se están jugando los
partidos del mundial. Las autoridades qataríes siguen sin investigar adecuadamente estas
muertes y tampoco han permitido que las familias afectadas pudieran ser indemnizadas.
Los derechos de las mujeres también son permanentemente violados en la ley y en la práctica.
Las mujeres deben ser tuteladas por un familiar hombre o por su marido, quienes deben dar el
permiso para que ellas se puedan casar, estudiar o viajar al extranjero, trabajar en muchos
puestos del gobierno y recibir servicios de salud reproductiva. Las mujeres divorciadas
continúan sin poder ejercer la patria potestad sobre sus hijos. La discriminación alcanzó incluso
a la chef de la selección ecuatoriana, Consuelo Gonzalón, quien no puedo viajar a Qatar para
cocinar para los jugadores “porque en Qatar las mujeres no pueden trabajar”. Ante las quejas
de la comida que estaban recibiendo los seleccionados nacionales, debió movilizarse de
urgencia al emirato el segundo chef de la selección, éste sí hombre.
En Qatar, las relaciones homosexuales entre hombres son un delito punible con hasta 7 años
de prisión. Los seleccionados de varios países participantes iban a llevar brazaletes como
protesta contra esta situación y en favor de los derechos del colectivo LGBTI pero fueron
prohibidos por la FIFA so pena de multas y sanciones disciplinarias para no “enojar” a las
autoridades del país anfitrión.
Mientras tanto sigue adelante este mundial, que ha costado la vida de miles de seres
humanos, en un país que viola sistemáticamente los derechos de las personas.