La tragedia que viven las personas que viven en Montevideo, la capital de Uruguay, debido a la falta de agua potable nos hace reflexionar sobre nuestro consumo de agua a diario, pero, sobre todo, debe llevarnos a cuestionar cómo se está gestionando este derecho y servicio público. Hoy reflexionaremos sobre los cortes de agua en varios barrios de Quito, algo que se está convirtiendo en una realidad diaria.
Llama la atención que las vocería de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito (EPMAPS) atribuya los cortes de agua, de hasta de 12 horas de duración, al alto consumo; pero que nada diga sobre la ineficiencia en la atención a las roturas de tuberías, la falta de mantenimientos preventivos, ni sobre la falta de acción sobre la crisis en la quebrada Carretas y otras. Es más fácil culpar a las y los usuarios de Chillogallo, Turubamba, La Ferroviaria y Guajaló, y mostrarse preocupados en redes sociales, lanzando consejos de consumo responsable, que más bien basan su lenguaje en principalmente en la culpa de las y los ciudadanos. Veamos un par de hechos:
• El pasado 17 de junio una rotura en una tubería matriz de agua potable ocasionó un severo deslave en la Avenida de los Conquistadores, y como consecuencia, la vía está cerrada desde entonces y no hay una fecha exacta para su reapertura.
• Es usual que las y los usuarios acudan a los noticieros y redes sociales para denunciar fugas de agua que llevan semanas y hasta meses. Y cuando estas no son atendidas, las noticias cambian a los socavones que aparecieron luego de la rotura.
• El robo de medidores, usualmente en las noches, no mejora la situación. Alrededor de 8492 fueron hurtados en 2022 en Quito. Esto implica que la seguridad debe ser un asunto que también le interese a la EPMAPS y al gobierno del municipio.
Si tan solo sumamos las pérdidas injustificadas de agua, con seguridad vamos a encontrar al verdadero responsable, más allá de que sea necesario una cultura ciudadana. Y el culpable no es el usuario promedio. Hagamos un cálculo para acercarnos a la realidad del desperdicio: cuando un grifo gotea en un hogar durante 24 horas, se desperdician 30 litros. ¡Imaginemos lo qué ocurre con un chorro continuo por semanas! En promedio, una tubería de 30 pulgadas con fuga genera un desperdicio de 6 litros por minuto, 8640 por día. Y si tomamos en cuenta que el consumo diario por persona es de 50 a 100 litros, este desperdicio equivale a dejar sin agua al día a 86 personas. No se trata de una realidad exclusiva de Quito. En España se calcula que las roturas en las redes públicas de suministro equivalen al 15%, cantidad suficiente para llenar un embalse de 3630 hectáreas. En Ciudad de México la situación es peor pues la pérdida se calcula en 35%
Cerramos este editorial con dos preguntas necesarias ¿Cuándo tendremos una política pública seria sobre el mantenimiento preventivo de las tuberías de agua potable? ¿Cuándo dejarán de culparnos a las y los usuarios de los servicios públicos por la mala prestación?