Guayaquil entre la delincuencia organizada y la lucha por el bienestar

Sonia Rodríguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil

Guayaquil es una de las más horrorosas muestras de las desigualdades y confrontaciones en
Ecuador. Las mafias no solo son jóvenes mestizos, afrodescendientes de los barrios, hijos de
familias que migraron de otras provincias y países vecinos -que a falta de estudio, salud, trabajo
y vida digna- se convirtieron en sicarios y adictos a las drogas. Son también los que raptan,
asesinan, violan; pero, además son los invisibles, aquellos que no vemos y que manejan la
economía, la política, la desinformación para sus mezquinos intereses.

Pequeños grupos que se siguen enriqueciendo con dinero y poder para someter a la mayoría de
la población. Han creado sus bandas y horrorizan a la ciudadanía, al país, al mundo; están
encubiertos en discursos, apariencias de “gente de bien”, con ofertas políticas engañosas que
mejorarán, reconstruirán, alguno dice claramente que volverán a vengarse, ya lo están
haciendo.

Mientras tanto hay gente trabajadora que sale día a día como vendedor ambulante, trabajo
doméstico, profesores, personal de salud, de empresas o de banca. Hay niños, adolescentes,
jóvenes y adultos mayores que hacen su mejor esfuerzo día tras día, honradamente, con
incertidumbre y temor. Están cada vez más incrédulos, pero deseando y luchando por una
ciudad de bienestar para todos y todas.