¿Qué es la precariedad verde?

Para poder definir este fenómeno debemos comenzar por entender el concepto de empleo verde. El término fue acuñado en septiembre de 2008, con el informe “Empleos verdes: Hacia el trabajo decente en un mundo sostenible y con bajas emisiones de carbono”. En este documento se señala, que un puesto de trabajo verde, o empleo verde, es aquel que contribuye a preservar o restaurar el medio ambiente. Estos se pueden dar, por tanto, en diversas ramas de las economías de una nación: agricultura, industria, servicios, construcción, transporte y otros.

Hasta aquí el empleo verde no suena mal, sin embargo, cuando añadimos a la fórmula los problemas de las economías capitalistas el panorama ya no pinta tan bien. En el mismo informe se señala que este término no es automáticamente sinónimo de trabajo decente. Recordemos que este último se refiere al trabajo en condiciones dignas, saludables, con adecuada remuneración y con respeto de todos los derechos laborales.

Existen, por tanto, trabajos verdes que pueden darse en condiciones inadecuadas. El ejemplo más visible es el del reciclaje, un trabajo del que viven muchas personas en el mundo, que ayuda a recuperar materia prima, a disminuir la presión sobre recursos naturales, pero que ocurre en condiciones sucias, peligrosas, difíciles, con alto riesgo para la salud, baja remuneración y con poco reconocimiento social, pese a su invaluable aporte.

En pocas palabras, si no estamos frente a trabajo digno, estaremos frente al trabajo precario, le pongan la etiqueta que le pongan. El trabajo precario ha sido identificado por ser un medio que usan algunos empleadores para trasladar los riesgos y las responsabilidades a los trabajadores, evadiendo sus obligaciones. Como señala la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas: “Los empleos que se crean así no son, por regla general, permanentes, sino temporales, ocasionales, inseguros y contingentes. Los trabajadores en esas condiciones de empleo con frecuencia no están amparados por la legislación laboral, ni la seguridad social.” Entonces, la inestabilidad e inseguridad serán los rasgos de este tipo de empleo, y como vimos, que este contribuya a mejorar o conservar el ambiente, no es condición suficiente para garantizar la dignidad de quien lo realice.

La precariedad laboral viene en muchas formas: agencias de empleo; trabajo temporal; subcontrataciones o tercerización; trabajo casual o “bajo pedido”; trabajo de temporada; trabajo desde casa; trabajo autónomo; trabajo a tiempo parcial. Inclusive, deberíamos empezar a plantearnos los proyectos financiados como una forma más de trabajo precario, si es que empiezan a revelar rasgos tales como las ocupaciones temporales, celebrarse asiduamente con “contratistas”, prestar poca o nula atención a la protección de riesgos sociales, o incluso ignorar las remuneraciones de las personas, para centrarse más bien en la propuesta más competitiva.

No extraña por ello que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalara que: “el concepto de empleo verde no es absoluto, hay ‘tonalidades’ de verde y el concepto evolucionará con el tiempo.” Y si tenemos presente que el concepto empleo verde es poco conocido, aunque fue creado hace casi 15 años, podremos darnos cuenta de cuánta consciencia debemos tomar para evitar que este tipo de trabajos se unan al trabajo precario y sean una tendencia creciente en Ecuador.