Pues ya tenemos al triunfador de los últimos comicios, se trata de Daniel Noboa quien obtuvo el 51.8% versus el 49.1 Luisa González. En este corto tiempo de mandato, aproximadamente año y medio el presidente electo tendrá que asumir grandes retos, producto del pésimo gobierno de su antecesor, Guillermo Lasso, quien luego de proponer arreglar el país en “100 minutos” se va anticipadamente con el repudio público generalizado, salpicado por casos de corrupción y siendo tristemente celebre por su insensibilidad e inoperancia.
Noboa, hijo de uno de los empresarios más ricos del país y desde su nacimiento parte de un conglomerado agroexportador, cercano a posturas de derecha, tendrá como primer reto, establecer líneas claras respecto a si su mandato responderá a las necesidades urgentes del país o en su defecto y como suele ocurrir responderá a los intereses de clase de los que proviene.
Preocupa y mucho varias de las declaraciones del presidente electo en las que señalaba que en busca de competitividad se debería hacer concesiones en los derechos de los trabajadores, su postura clara a favor de la privatización, ello sumado a una ignorancia y falta de empatía insultante ante problemas sociales como el embarazo adolescente o las adicciones a las drogas, Ni se diga que también preocupan las posturas clericales, conservadoras y extremas de su binomio, quien propugna un Estado mínimo que no se haga cargo de nada y se desprenda de sus competencias en materia de salud, educación y lucha contra la violencia de género.
Otro reto que tendrá el presidente electo es, en un tiempo muy corto, elegir afrontar y tomar acciones en varias de las múltiples crisis en las que se encuentra el Ecuador: crisis económica, crisis de seguridad, crisis de empleo, crisis de salud y seguridad social. Si acierta muy posiblemente será reelegido para un próximo mandato, si falla se retirará como lo hizo Lasso, pero dejando al país sumido aún más en un escenario de crisis.
El actual presidente no podrá con todo dado los tiempos institucionales y deberá saber distinguir entre lo necesario y lo urgente, y además deberá saber rodearse de colaboradores que sepan entender la realidad del pueblo, en lugar de mantenerse en una burbuja de privilegio.
Por otra parte, el correísmo si bien ha perdido una nueva elección permanece como la primera fuerza política en la Asamblea, también será importante ver si su papel será el de colaborar en la solución de los grandes problemas del país o buscará únicamente realizar completa oposición convirtiéndose en un enorme obstáculo.
Las declaraciones de Correa parecerían dar cuenta más bien de esta segunda postura, pues no reconoce ningún tipo de error de parte de su partido y más bien hecha la culpa a los medios de comunicación y la partidocracia. Si la izquierda sigue dependiendo de estos rostros acríticos y narcisistas, la derecha seguirá ganando elecciones con independencia de que sus mandatos sean tremendamente malos y de los efectos irreparables en la vida y derechos del pueblo.