Dentro de pocos días asumirá Daniel Noboa como presidente del Ecuador, el más joven de la historia e hijo del empresario más acaudalado del país, en medio de la más grave crisis de inseguridad de la historia, una profunda crisis económica y un nivel alarmante de desempleo. Aunque autodefinido como “socialdemócrata”, su triunfo representa -una vez más- la pretensión de la oligarquía de controlar directamente el poder político.
A la presente fecha no está claro como Noboa enfrentará el tema de la inseguridad, que hoy sitúa al Ecuador, otrora considerado como una “isla de paz”, entre los tres países más violentos de América Latina. Se le conoce la propuesta de las cárceles flotantes en el mar para los presos más peligrosos pero es evidente que esta medida, bastante discutible, por sí sola estaría muy lejos de resolver el problema.
En cuanto a las políticas económicas ha hablado de reducir el desempleo, diversificar la economía, incrementar las reservas internacionales e incentivar la inversión extranjera. Eso sí sin explicar lo fundamental, el cómo, que es de lo mismo que pecaron todos los demás candidatos tanto en la campaña como en los debates electorales. Parece evidente que no debería seguir los pasos de Lasso. Pero el hecho de haber asistido a Carondelet con Alberto Dahik a su derecha, crea no pocos temores toda vez que este personaje es el adalid del neoliberalismo criollo, calificado como “terrorista económico” y que se fugó del país en 1995, donde era perseguido por corrupción para regresar luego de muchos años, amnistiado por Rafael Correa. Hasta ahora no se sabe exactamente cuál será cargo que tendrá Dahik ni su poder de decisión en las políticas económicas. Podría ser que Noboa lleve a cabo un manejo menos ortodoxo de la economía que lo que recomienda Dahik pero siempre dentro de los estrechos márgenes permitidos por el FMI y los acreedores de la deuda externa.
Obviamente el manejo del tema de seguridad tendrá una importante influencia en la evolución económica del país y en la posibilidad de generar empleo. Noboa plantea realizar una consulta popular en los primeros cien días para asegurar que sea apoyada por el electorado y no hacer el papelón protagonizado por Guillermo Lasso, que perdió en todas las preguntas de su consulta. El objetivo del presidente electo sería ampliar el rol de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la inseguridad e incentivar la inversión extranjera. Pero para tener gobernabilidad, Noboa deberá alcanzar acuerdos en la Asamblea con distintos bloques, y ya corre el rumor de un posible pacto con correistas y socialcristianos, lo cual sería un craso error porque el principal punto de la agenda de la revolución ciudadana es la impunidad para su líder y el costo político y ético sería demasiado alto para el gobierno.
Si bien Noboa no luce como un extremista de derecha, las afirmaciones de su vicepresidenta Verónica Abad sí que son espeluznantes por lo retrógradas : Asegura que los tres derechos naturales son vida, propiedad y libertad, que son los únicos que existen y no los derechos a la educación, salud, jubilaciones y trabajo, desconociendo completamente el desarrollo de los derechos humanos en la historia de la humanidad.
Se concluye que no se puede esperar ni mucho menos un cambio profundo en el gobierno de Noboa, primero por representar los intereses económicos de la élite dominante y por otra por la gravedad de los problemas que afectan al Ecuador. Mas bien la crisis económica social y de seguridad podría agravarse aún más.