Desde 1 de diciembre de 2023 iniciaron las operaciones del Metro de Quito luego de años de construcción y dificultades para su puesta en marcha. Esta infraestructura es inédita en el país y en perspectiva de futuro vale la pena reflexionar sobre el impacto en el derecho a la ciudad que tenemos y tendremos las personas con este nuevo medio de transporte.
De acuerdo con ONU-Hábitat, “el derecho a la ciudad es el derecho que tienen todas las personas para habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna.” El Metro de Quito entonces nos pone frente a cambios y transformaciones que pueden hacer de Quito un mejor lugar para vivir.
Al extenderse a lo largo de la ciudad y permitir la movilidad de miles de personas cada día, hace posible la inclusión de las personas a diversos territorios y permite usarlo tanto para actividades productivas como educativas y de esparcimiento. A futuro, la planificación de la movilización de la ciudad debe incluir a nuevos territorios y personas que están ubicadas aún más en las periferias.
El Municipio de Quito ha anunciado que mantiene una política contra el acoso a las mujeres en los sistemas de transporte en la ciudad. Consolidar esta política es fundamental porque las mujeres están expuestas a delitos como robos o asaltos, pero además a acoso sexual, lo que en algunos casos puede restringir el uso del Metro.
Otro tema a tomar en cuenta es la inclusión en el nuevo sistema del transporte. La construcción como tal garantiza asensores para el acceso al subterráneo, pero se debe garantizar el funcionamiento permanente tanto para personas adultas mayores como personas con discapacidad.
Sería importante que el Municipio active procesos de participación ciudadana para evaluaciones periódicas del funcionamiento del Metro de Quito, para garantizar seguridad y otros factores a favor de un uso adecuado y amplio del transporte. También hay que mencionar lo trascendental de la participación para el cuidado de toda la infraestructura para mantener la calidad de todos los espacios y el servicio en general.
El funcionamiento del Metro en sus primeros días ha permitido la reactivación, por ejemplo, del Centro Histórico de la ciudad y las actividades culturales y económicas de este sector. Esta reactivación en diversos puntos de la ciudad es una oportunidad que puede impactar en mejorar la situación económica de muchas personas.
Esta gran obra de infraestructura puede convertirse en un ejemplo de políticas de desarrollo urbano encaminada a construir una ciudad justa, igualitaria, democrática y sostenible. Es necesario un compromiso político y ciudadano a largo plazo.