Empezamos este editorial con una idea muy importante: podemos proteger nuestros
propios derechos. Y en el tema que nos reúne hoy es una acción indispensable, porque
está en juego nuestro derecho a la salud. Estamos hablando de una vida sin tabaco,
precisamente por los beneficios que trae dejar de fumar, hoy quisiéramos invitarles a
reflexionar un par de temas al respecto.
Empecemos por la forma en que afecta a las niñas, niños y adolescentes. En 2022 la
Organización Mundial de la Salud realizó el estudio “Comportamiento de la salud en
niños en edad escolar” (HBSC, por sus siglas en inglés), y encontró que el 15% de
adolescentes de 15 años había fumado en el último mes. Esto ratifica la tendencia de
que las personas se hacen adictas a esta sustancia a muy corta edad. Pero no se trata solo
de “la rebeldía” de la adolescencia, otra cifra revela que el 60% de niños y niñas son
fumadores pasivos. Esto es, recibir el humo de otras personas ¡sin siquiera pedirlo!
Otro aspecto sobre el que tenemos poca consciencia es que se trata de un negocio que,
aunque legal, es terriblemente perverso. Solo haciendo una aproximación de la ganancia
de 2023, de tres grandes tabacaleras del mundo, se suman alrededor $14.451 millones.
Para entender la dimensión de esta cifra comparémosla con los $31.503 millones de
Ecuador en el mismo período, ¡es casi la mitad del presupuesto del país! ¡y por vender
una sustancia nociva que enferma y mata personas todos los días!
Veremos completo el cuadro si agregamos a la ecuación las siguientes variables: (i) que
no existe información accesible y consolidada sobre cuántos impuestos pagan estas
empresas; (ii) que el gasto público de atención de salud por enfermedades derivadas del
tabaquismo se sitúa en el 10% del gasto total en los países de América Latina (Pichon y
Caporale, 2016); (iii) que los impuestos obtenidos por la venta de productos del tabaco
no compensan los gastos que esta enfermedad genera en el sistema de salud – y menos
aún si como en nuestro país le rebajamos la tarifa, como lo hace el nefasto Decreto 645.
Es evidente entonces que en este negocio solo ganan las tabacaleras y pierden los países
y las personas.
La próxima vez que compre una cajetilla de cigarrillos le invito a que piense lo
siguiente: sus hijas e hijos serán más propensos a hacerse adictos con tan solo verle y
tendrán mayor acceso; voluntariamente usted se expone al cáncer de 5 a 10 veces más;
en su vejez tendrá mayores problemas de osteoporosis y fracturas; en su círculo cercano
de 3 amigas o amigos usted será seguramente quien se enfermará del corazón; su
adicción afecta a las personas no fumadoras que reciben su humo; fumar resta calidad
de vida y quita en promedio 10 años de vida; y en términos prácticos, si en el mejor de
los casos usted consume una cajetilla a la semana, al año está “literalmente
quemando” alrededor de $300 dólares ¿usted quemaría un billete de 20 dólares
simplemente porque sí?… lo dudo.
Deje de enriquecer a quien le quiere en muerte.