Sonia Rodríguez Jaramillo. CEPAM Guayaquil
Son varios factores para las condiciones de violencia actuales, uno de los más importantes es la pobreza por el abandono del Estado. Desde hace muchos años no garantiza servicios básicos: salud, educación, vivienda, trabajo se transforman en pobreza simbólica que produce formas de relacionarse mal tratantes. Sin salud, con hambre, sin creación, ni recreación para sobrevivir, limitan una vida armoniosa en comunidad. Agravados por un modelo económico inhumano, que lucra con el tráfico de personas y drogas, siendo el Ecuador un lugar de producción y estratégicamente de circulación a otros lugares en el mundo.
Entre los más terribles efectos está el consumo de drogas e ingreso, especialmente de adolescentes jóvenes hombres, ya hay adolescentes mujeres; y actualmente niños y niñas, en esas “empresas” que han trastornado los referentes e ideales de vida digna y convivencia solidaria.
Hoy viven con nuevas creencias de vida y muerte, se privilegia el consumo rápido de bienes, “objetos de lujo”, que solo se pueden obtener a través de la delincuencia, el crimen, el consumo de drogas. Lamentablemente, también es la manera de obtener alimentos, cuidados de salud de sus madres, de familiares; aunque su tiempo de vida sea muy corta y mueran prematura y brutalmente.
Las niñas y adolescentes para no ser “robadas”, “secuestradas” para el tráfico, explotación y violencia sexual, son enviadas al campo, asisten a clases virtuales, o no estudian y están encerradas en sus casas, sin socializar, sin amigas/amigos, sin comprender lo que ocurre, trastocando sus ideales y proyectos de vida.
Urge que trabajemos con niños, niñas y adolescentes para desmontar estos ideales perversos de bienestar ligados al crimen, la violencia contra otros, los abusos de poder, la intimidación, el terror como formas de vida y exijamos al Estado el cumplimento de los servicios básicos para garantizar vida digna y recomponer nuestro país. Es nuestro derecho.