Sonia Rodriguez Jaramillo CEPAMGye
Los diagnósticos de autismo, asperger y otros “problemas de comunicación”, van en aumento cada vez mayor. Se identifican más niños, quizás a las niñas por las condiciones culturales, se reconoce menos sus síntomas. Hay que investigar más.
El desafío es hacer los diagnósticos con criterios clínicos, pedagógicos, psicológicos, étnicos, sociales; pero no quedarse allí, sino ofertar propuestas integrales, consistentes que acompañen a los niños, niñas, adolescentes y sus familias, para que ellos puedan ser felices, estudiar, aprender, relacionarse con otros, tener un lugar en el mundo de manera digna.
El autismo no es una enfermedad, no se sabe aún cuales son las causas, es una condición especial, que desafía a las madres, padres, educadores, personal de salud, social a construir respuestas, modos de intervenir y relacionarse con ellos y ellas, para que puedan ser sujetos con derechos en una sociedad que los acoja. Le corresponde al Estado crear servicios especializados, formar profesionales que den respuestas creativas que puedan orientar a las familias e incluirlos en los sistemas necesarios para su desarrollo.