Sonia Rodriguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil
En el mes de septiembre, se conmemora la Semana Andina de Prevención de Embarazo Adolescente y las condiciones de vida de las niñas y adolescentes madres son terribles.
Sabemos que es una problemática multicausal: étnica, cultural, económica, educativa, con terribles consecuencias para las adolescentes y sus hijos, por que quienes nacen en entornos de pobreza, abandono escolar, violencia, lo más probable es que reproduzcan esas condiciones. Muchas adolescentes desean ser madres, han crecido creyendo que es su camino a la felicidad, que eso les garantizara afecto, una familia; pero ser mujer no es equivalente a ser madre, menos de manera forzada. Pero eso han escuchado en sus familias, en las comunidades, como si no importaran las condiciones; pero si importan.
Aun se entregan a niñas y adolescentes a hombres mayores, para solventar dificultades económicas familiares. Se las entregan a sus violadores, se dice que serán protegidas, aprenderán a obedecer al marido, tendrán casa, comida. Pero un hombre mayor a una niña o adolescente la someterá a violencia sexual, violencia física, encierro, aislamiento, no podrá estudiar. En esas terribles condiciones viven sus embarazos, desnutridas, con hijos prematuros, con problemas de salud gineco obstétrica, de salud mental, algunas mueren en esas experiencias.
Es fundamental que evidenciemos que la maternidad no es el único destino para las niñas y adolescentes, que pueden estudiar, ser deportistas, lideresas, artistas, medicas, ingenieras. Que no deben ser sometidas a violencia, que esos son delitos.
Urge erradicar la creencia de que se las pueden entregar a hombres mayores porque eso atenta a su desarrollo y vida. La maternidad puede ser una experiencia maravillosa, si se desea, si hay las condiciones de salud, el compañero, las familias, los afectos, la seguridad, los estudios, los recursos económicos.
Defendamos a las niñas y adolescentes de maternidades forzadas, eso es tortura, es delito.