La pandemia por Covid 19 aceleró procesos de transformación digital en todos los sectores, pero uno de los que enfrenta importantes desafíos es el periodismo y los medios de comunicación. En este nuevo escenario, por ejemplo, las audiencias mudaron masivamente la forma analógica de consumir la información para hacerlo ahora a través de las redes sociales, inclusive soportes como páginas web quedaron atrás para dar paso a las redes sociales como principal espacio de difusión de información. Esto ha significado un cambio importante porque por muchos años los medios generaron ingresos económicos de la venta de periódicos, así como de la venta de publicidad en los soportes impresos, radiales o televisivos, pero esto no funciona más.
Estos cambios han impactado directamente en el modelo de negocios de los medios de comunicación que ahora han explorado alternativas como las suscripciones y la puesta en marcha una estrategia de entrega de información a cambio de pago, sin embargo, este modelo no ha tenido eco en casi ninguna región del mundo excepto países nórdicos. Por esto la gran pregunta es cómo se hace sostenible un medio de comunicación y cómo se asegura remuneraciones dignas a periodistas para que puedan realizar trabajos de calidad y que profundicen la investigación.
Luego de la presión que significó para las audiencias la avalancha de información sobre enfermedad y muerte de la pandemia, el comportamiento de las mismas cambió respecto de “malas noticias” las audiencias ahora, y especialmente las jóvenes, son menos tolerantes a consumir información que involucre conflictos, problemas o similares, no las consumen en las redes y mucho menos en formatos más extendidos de texto, audio o vídeo.
Así también la irrupción de la inteligencia artificial está cuestionando aspectos editoriales, éticos y políticos de que la información pase de una responsabilidad humana a la gestión de plataformas tecnológicas. Podría la inteligencia artificial reemplazar el trabajo periodístico de humanos o sería posible pensar en las potencialidades de esta tecnología para mejoras en el trabajo informativo, por ejemplo, en la creación de nuevas narrativas.
Otro fenómeno reciente que ha entrado en franca competencia con el periodismo profesional es la figura de influencers que con poco a ninguna experticia académica sobre elaboración de información publican todo tipo de contenido donde no es clara la línea entre información y opinión. Los contenidos son presentados como calificados, pero en muchos casos ignoran ejercicios básicos de contraste de fuentes, verificación de la información, entre otros. Esto es un escenario propicio para la elaboración y circulación de información falsa. Pese a esto sus informaciones son validadas por audiencias inmensas que a veces incluso superan en número a las de cuentas oficiales de medios de comunicación tradicionales.
Pero el periodismo enfrenta no solo nuevos sino viejos retos como realizar el ejercicio profesional en contextos de guerra o donde la violencia operada por grupos delincuenciales ha recrudecido impactando en exilios, amenazas e incluso muertes de periodistas que atienden coberturas sobre estos temas. Muy poco se habla de las consecuencias para la salud mental de profesionales y de la protección del ejercicio periodístico en estas circunstancias. Es importante reflexionar sobre estos cambios y desafíos para que en el marco de contar con democracia saludable podamos seguir contando con información fiable, independiente y de calidad.