El 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes. Se trata de una fecha para reflexionar sobre una enfermedad que afecta a millones de personas y para reconocer de forma amplia el derecho a la salud, no solo como el momento de curación o medicación. La diabetes es una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en el mundo. De no ser tratada puede causar graves secuelas en la salud tales como enfermedades cardiovasculares, daño a los nervios (neuropatía), insuficiencia renal, y pérdida de visión (retinopatía). También aumenta el riesgo de infecciones y problemas de cicatrización, especialmente en los pies, lo que puede llevar a amputaciones. Y aunque parezca increíble, afecta la salud bucal, elevando el riesgo de enfermedades de las encías.
Existen tres tipos de diabetes: la tipo 1, la tipo 2 y la gestacional. La primera se suele diagnosticar en la infancia o adolescencia, es una condición autoinmune en la que el cuerpo no produce insulina y requiere tratamiento de por vida. La tipo 2 es la más común y por lo general es causada por una combinación de factores genéticos y de estilo de vida; por tanto, se puede prevenir en gran medida con hábitos saludables. La diabetes gestacional ocurre durante el embarazo y puede afectar la salud de madre e hijo.
En Ecuador, esta enfermedad es un problema creciente de salud pública. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la diabetes fue la segunda causa de muerte en el país en 2022, dato que persistió en 2023; mientras que en julio de 2024 el Ministerio de Salud Pública, en conjunto con la Fundación Los Fresnos, estimó que en el país aproximadamente 1 de cada 18 personas tiene diabetes. Sin embargo, muchos casos permanecen sin diagnóstico, lo que agrava el riesgo de complicaciones a largo plazo.
La atención a la diabetes implica el suministro de insulina y otros medicamentos esenciales, pero también la disponibilidad de servicios de monitoreo y la promoción de estilos de vida saludables. Estilos que para muchas personas son prácticamente imposibles, pues carecen de recursos suficientes tanto para mejorar su alimentación, como para cubrir los costos de medicamentos, exámenes de laboratorio y dispositivos para el monitoreo de glucosa. La falta de acceso a estos servicios no solo compromete la calidad de vida de los pacientes, sino que también pone en riesgo su derecho fundamental a la vida. Se trata por tanto de un problema multidimensional y sobre el que poco se está hablando en la política pública.
Deberíamos volver a hablar sobre temas como la publicidad de productos alimenticios no saludables. En especial cuando la constante es bombardear a la niñez y juventud con publicidad agresiva de alimentos ultra procesados, altos en azúcares y grasas saturadas. Esto no solo promueve un consumo desmedido, sino que también moldea hábitos alimenticios perjudiciales desde edades tempranas. Es por tanto indispensable redoblar esfuerzos de educación y prevención de salud pública.
Que este Día Mundial de la Diabetes sea una oportunidad para exigir políticas de salud y para recordar que el derecho a la salud es una responsabilidad compartida entre la sociedad, los gobiernos y el sector privado. Que la salud sea un derecho, no un privilegio.