El mal ejemplo

El actual presidente de la república, Daniel Noboa Azín, lleva un poco más de un año en el poder, sin embargo en este corto tiempo ha sacado a relucir varias actitudes negativas y realizado varias acciones reprochables que pueden ser tachadas no solamente de arbitrarias, déspotas, ilegales e inconstitucionales sino además de un mal ejemplo para las y los ciudadanos. Veamos algunos ejemplos de lo señalado:

– En repetidas ocasiones el presidente ha tachado a sus opositores como antipatriotas, aliados de criminales, vieja clase política, gente negativa que se niega al cambio o el progreso. Con el uso de dichos calificativos el primer mandatario no solo que cierra la posibilidad al diálogo, a escuchar nuevas propuestas y de ser el caso corregir, sino que estigmatiza a los demás.

– El presidente y su familia tienen varios negocios privados que se vinculan con sus funciones públicas. Por ejemplo no queda claro si el Estado está haciendo todo lo posible para lograr el cobro de los impuestos que adeuda el Grupo Noboa, varias construcciones de inmuebles de la familia Noboa han sido obtenidas con permisos que los propios ministros del presidente le otorgan, siendo el caso del intento de construcción en el Manglar Oloncito uno de esos casos. Lo anterior es muy criticable el Estado debe ser imparcial e independiente de los intereses del gobernante de turno, el Estado no es una empresa o hacienda privada.

– El presidente tiene actitudes prepotentes y no acepta que comete errores por más graves que estos sean, esto es aplicable a la lucha contra el crimen organizado y al famoso pero nunca conocido Plan Fénix; así también a la ilegal y abusiva entrada a la Embajada de México que nos ha generado una demanda ante la ONU y problemas diplomáticos, o incluso el manejo de la crisis energética llena de imprecisiones, improvisaciones y soluciones que no son tal como la compra de energía y de generadores y barcazas que no terminan de llegar. Un gobierno debe dar gala de estadista, de mesura y planificación, no es posible manejar un Estado dependiendo del estado de ánimo.

– Otro mal ejemplo del presidente es aplicar las mismas supuestas “soluciones” populistas que ya han aplicado sus antecesores en el cargo y que no han dado resultado. Ejemplo de ello es pensar que subir penas y construir cárceles es equivalente a seguridad, el no preocuparse del manejo de las cárceles y dejar que se cometan masacres, la no depuración de la fuerza pública a la cual se le ha entregado muchísimo poder y se le ha dado patente de corso en cuanto a corrupción y violaciones de derechos.

– Finalmente, quizá el peor ejemplo que da el presidente es el no respaldar la democracia y buscar la reelección a cualquier costo, sin pedir licencia de su cargo y sin permitir la sucesión presidencial que es un imperativo constitucional. Con ello el actual candidato/presidente obtiene una ilegitima ventaja frente al resto de candidatos.

Dicho lo dicho, que se puede exigir a las y los ciudadanos respecto a actuar moral, éticamente y con apego a la Constitución y la ley, cuando desde el gobierno no se predica con el ejemplo.